Por Doctora Maribel Grullón- Nutrióloga Clínica y Medicina Deportiva

ALCOHOL:

Muchos estudios coinciden en establecer la incidencia del alcohol en el riesgo de cáncer, entre los más recientes cabe destacar los hallazgos de la investigación realizada por los Doctores Farvid y López Plaza (2022), quienes determinan que “el alcohol es una sustancia co-carcinógena, ya que en su metabolización se produce acetaldehído y especies reactivas de oxígeno que pueden afectar al ADN actuando, por tanto, como un factor iniciador de la oncogénesis. Además, el consumo de alcohol se asocia al hábito tabáquico y a peores hábitos alimentarios. En este sentido, el alcohol altera las membranas de la mucosa favoreciendo la absorción de tóxicos del tabaco al entrar en contacto con las células de la boca y del cuello y causa déficit de folatos, considerado por sí mismo como un factor de riesgo de carcinogénesis. Igualmente altera la función de detoxificación del hígado”.

El consumo de alcohol se asocia con la aparición de diversos tipos de cánceres como el de la boca, garganta, esófago, hígado, colorrectal y mama en mujeres postmenopaúsicas.

BEBIDAS AZUCARADAS:

Las bebidas azucaradas se relacionan indirectamente con el cáncer ya que su consumo excesivo se asocia al sobrepeso y la obesidad especialmente en personas sedentarias. Los resultados de las diferentes investigaciones indican que el exceso de grasa corporal aumenta el riesgo de diversos cánceres como el de boca, mama, hígado, colon y próstata, entre otros.

AFLATOXINAS : Están relacionadas con el cáncer de hígado.

El almacenamiento inadecuado de algunos alimentos tales como los cereales, las especias, legumbres, frutos secos e higos, generan la presencia de las aflatoxinas, una especie de micotoxinas producidas por diferentes especies del hongo Aspergillus. Se recomienda evitar el consumo de estos alimentos cuando hayan estado almacenados durante mucho tiempo a elevadas temperatura y alta humedad.

LA COMIDA RAPIDA.

El consumo de hamburguesas o pollo frito y otros alimentos procesados ricos en grasas y almidones contienen una elevada carga glucémica, sal y azúcares. Tal es el caso de los elaborados a base de harinas refinadas, productos de panadería y repostería, papas fritas, etc. Se asocian con un aumento de peso, lo que a su vez se relaciona con un aumento del riesgo de diversos tipos de cáncer, por lo cual, se aconseja limitar el consumo, tanto en frecuencia como en cantidad, de este tipo de alimentos.

Por otro lado, los alimentos ahumados, adobados y salados contienen altas cantidades de nitrosaminas exógenas relacionadas al aumento del riesgo de cáncer, especialmente el de estómago. Lo ideal es no consumirlos pero en caso de hacerlo, la clave del éxito está en la moderación. Procuremos que “nuestros alimentos sean nuestra medicina” y no nuestra enfermedad. Esta columna es la sección educativa de la Sociedad Dominicana de Nutrición Clínica y Metabolismo. Escribe tus preguntas a: articulos@sodonuclim.org o / @sodonuclim