El alcoholismo enmascarado

El alcoholismo enmascarado

Cientos de familias, parejas y personas se encuentran disfuncionales producto del alcoholismo. Una enfermedad crónica, sistémica, hereditaria y, para mal, con una condición sociocultural aceptada y valorizada en la sociedad. Una de la forma de tipo de consumo es la recreativa o por presión de grupos, de donde decenas de jóvenes empiezan con el consumo temprano de alcohol (13-16 años). Algunos de ellos desarrollan dependencia al alcohol debido a su condición heredo-familiar, donde abuelos, padres, tíos y hermanos, padecieron de alcoholismo o de otra adicción.
Décadas pasadas el consumo de alcohol era condición propia de los hombres, ahora el consumo y la dependencia afecta a las mujeres, con la tendencia hacia el aumento. El abuso de alcohol tiene como variables socioculturales de influencia: la publicidad, el cine, la música, la radio, los periódicos, las fiestas, los encuentros, los colma- dones, el licor stor, etc. Es decir, la presión social, los modelos de influencia llevan al consumo. Sin embargo, cientos de jóvenes y adultos se niegan a aceptar cuando su consumo es recurrente, problematizado, riesgoso o dependiente. Los psiquiatras cuando evaluamos a una persona que por su consumo afecta su personalidad o su familia valoramos varios indicadores que habla por sí solo del riesgo de alcoholismo: ejemplo, cuando empieza a tomar pierde el control y no puede detener el consumo hasta emborracharse. Segundo, el consumo es de forma ansiosa, donde la mayoría de las veces se hace sin ningún motivo, solo de beber, por beber. Tercero, cuando toma cambia la personalidad; se torna irritable, pleitista, fanfarrón, indeseable, bocón, o problemático con el entorno. Cuatro, ha tenidos varias borracheras en un año. Quinto, la productividad, el desempeño y el ausentismo laboral se han afectado por el alcohol. Sexto, ha tenido accidentes, olvido y confusión por el consumo de alcohol. Séptimo, la familia, padres, parejas, hijos, amigos, te han propuesto dejar de beber o moderar el consumo. Octavo, alguna vez ha jurado o ha propuesto dejar de tomar y no ha podido controlar la bebida. Noveno, tienes algunos miembros primarios de la familia víctima de adicción.
Posiblemente cuando una persona reúne más de cuatro o cinco de estos indicadores o criterios se encuentran en riesgo de alcoholismo. Pero también existe otra modalidad de consumo donde la persona piensa que no le afecta, ejemplo: existen personas que toman realizando un trabajo o actividades domésticas; otros toman alcohol solitariamente en su casa entretenido con un deporte, una película, escuchando música. Sin embargo, hay quienes empiezan el día o antes de acostarse se toman “un trago” para dormir y relajarse. Cuando esta condición se hace de forma recurrente, imposibilitando la capacidad de posponer o saber cuándo parar, se habla de la dependencia al consumo de alcohol. Algunas personas están presentando cambios en su química cerebral por el alcohol: amnesia pos-alcohólica, confusión, delirios y alucinaciones después de tomar y no recuerdan nada de lo sucedido; y en algunas ocasiones se tornan agresivos o violentos con la familia, amigos y parejas. La gran trampa de alcoholismo es que, muchas personas permanecen en la etapa de negación, donde no aceptan estos indicadores de riesgo. Se complica mucho más, en aquellas personas que creen que el alcohólico es la persona deteriorada que deambula, o pide en colmadones y lugares para beber. Ese es el alcohólico crónico, donde 15 años atrás no presentaba el deterioro psicosocial. Pero lo peor es el alcohólico enmascarado, aquel donde se dan varias de estas condiciones descritas, pero la persona como trabaja o es jefe de familia, cree que no reúne ninguna condición de la dependencia de alcohol. Literalmente reflexione, el alcoholismo es una enfermedad de mayor impacto en la salud, en la vida familiar y social y penosamente está aumentando.

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