El alto costo de la guerra económica

El alto costo de la guerra económica

Arturo Martínez Moya

Dos son las guerras que se libran, la militar en Ucrania y la económica a nivel mundial, para que termine la última antes debe hacerlo la primera.

Las consecuencias fueron incorporadas en las previsiones económicas revisadas del Fondo Monetario Internacional (FMI), redujo el crecimiento global a 3.6% en 2022 y 2023, y a 2.5% para América Latina y el Caribe.

Por los altos precios de alimentos y petróleo mayor es la inflación general esperada para este año, 5.7% para economías avanzadas y 8.7% los emergentes, donde incluye la región latinoamericana.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) reportó que en mayo el índice de precio de los alimentos aumentó 29.8%, comparado con el del mismo mes de 2021, y subió 60% desde 2020.

El barril de crudo West Texas Intermediate, de referencia en República Dominicana, el pasado viernes se vendió en US$114.89, muy lejos de los US$66.32 de un año atrás, aumentó un 73.3 por ciento.

Nuestra economía, dependiente de la importación de petróleo y derivados, está pagando las consecuencias que se derivan del sobre costo, aunque las cifras dicen que con el tiempo hemos reducido la dependencia, de utilizar 2,235 barriles para producir un millón de dólares de PIB en 1994, la necesidad bajo a 718 barriles en 2021, es decir, en 27 años la eficiencia energética petrolífera aumento 68%.

En la actualidad el país consume 192 mil barriles diarios, si pagamos un precio medio de 100 dólares, que implica un aumento de US$44.75, un 81%, frente a US$55.25 pagado en 2021, la factura diaria se encarama a US$19 millones y a US$7 mil millones en doce meses, un 7.4% del PIB. El pasado año represento 4.0% del PIB, la mitad (2% del PIB) por consumo de gasolinas, gasoil y glp.

Le invitamos a leer: Una perspectiva fiscal de la inflación

Como nuestro Banco Central y organismos internacionales esperan que la tendencia al crecimiento de los precios importados perdure en el tiempo, el gobierno reacciono con rapidez para reducir el impacto en el bolsillo de 12 millones consumidores, y evitar el riesgo de inestabilidad política, dejando de cobrar semanalmente miles de millones de pesos, al vender a precios subsidiados gasolinas, gasoil y glp, y exonerando la importación de 70 o más productos básicos de la canasta básica.

Con las políticas el Gobierno de Luis Abinader logro dos grandes beneficios para la economía. El primero, evito que el salario del trabajador perdiera poder adquisitivo por el equivalente de 1.62% del PIB (81% x 2%), por el impacto de una mayor tasa de inflación sobre el consumo de gasolinas, gasoil y glp en porcentaje del PIB.

Pienso que la Misión del FMI que visitó el país recientemente hizo un cálculo similar, escribió que “espera (la inflación) retorne al rango meta el próximo año a medida que vaya disminuyendo el impacto de los choques globales”.

El segundo beneficio, evito la perdida de producto por 3.24% del PIB (81% x 4%), por deterioro de la “relación real de intercambio” del tamaño del valor de las importaciones en porcentaje del PIB. Creo la Misión del FMI hizo un cálculo parecido, escribió: “las perspectivas económicas indican que la recuperación (de Republica Dominicana) continuara a pesar de los riesgos que plantean los acontecimientos mundiales, y el crecimiento del PIB convergerá al 5%, alrededor de su potencial”.