El alto costo de unos desaciertos

El alto costo de unos desaciertos

La aventura de lanzarse a remodelar 47 hospitales nacionales al mismo tiempo dio paso a un fracaso mayor para la sociedad al encarecerse sus costos por retrasos, incurriéndose incluso, sobre la marcha, en exceso de inversiones para corregir errores y generándose un agudo deterioro en la prestación de servicios con negativas consecuencias para la vida y la salud de pacientes. Este balance no debe quedar como simple registro, sin cuestionamientos a quienes fallaron en esta ejecutoria mostrando incompetencia al proponerse algo descomunal, inalcanzable en un plazo razonable como lo hubiera pronosticado cualquier estudio previo sobre disponibilidad de recursos técnicos y financieros.
Queda claro que no se previeron los resultados que se derivaría de la salida parcial o total de operaciones de numerosos centros hospitalarios. Estas trastornadoras omisiones implican violaciones a normas administrativas y falta de rigor gerencial en el desarrollo de unas obras que debieron emprenderse previas garantías de continuidad. Este atascamiento de construcciones millonarias equivale a lanzar por un sumidero unos dineros escasos, y dignos de racionalidad, que el fisco extrajo de los contribuyentes. Quienes incurrieran en tales desaciertos deben ser responsabilizados y sancionados. Debe rendirse cuenta al país mediante auditorías que pongan a la luz con precisión el costo extra derivado de tan infortunados pasos.

Que valga la pluralidad

En significativas ocasiones profesionales destacados del país optan por aspirar a altas investiduras en cuya selección deben tomarse en cuenta las mejores cualidades de los candidatos y su desvinculación de intereses políticos y económicos. Suelen competir aunque en los mentideros políticos suele afirmarse que al final de cuentas, esas posiciones importantes las asignan gente del poder que actúan entre bastidores.
La vigencia de este recelo es vista por sectores como un motivo para que reconocidas y experimentadas figuras del derecho no se hayan animado a dar el paso de lanzarse al ruedo de las valoraciones para cubrir vacantes en altas cortes, decisión a tomar por un Consejo de la Magistratura que aun siendo de representación múltiple no escapa al peso de una mayoría dada a imponerse. Dígase no a la unilateralidad.

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