El alto mando policial necesita un cambio en su pensamiento filosófico, porque de no darse esa transición será imposible  eliminar las malas prácticas que, históricamente, se han cometido en la institución del orden. Esa reflexión, casi a modo de mea culpa, fue expuesta por el jefe de la Policía, mayor general Manuel Castro Castillo, cuando planteaba la necesidad de reformar una institución que se mantiene apegada a esquemas tan anticuados como la Guerra Fría o el trujillismo.

De acuerdo con sus declaraciones, esa nueva visión debe fortalecerse desde la academia, y debe darse desde los mandos más altos hasta los más bajos. La medida no es coyuntural, sino que está establecida en la Consititución vigente que manda la creación de la carrera policial. De esa manera los oficiales tendrán que especializarse en sus áreas de competencia, porque para dirigir departamentos tienen que ser egresados de la academia.

Al ofrecer las declaraciones en el Almuerzo del Grupo de Comunicaciones Corripio expresó que, al desaparecer la Guerra Fría,  la mayoría de los cuerpos policiales de América Latina dejaron de ser fuerzas sólo represivas  para acercarse más a las comunidades. En el país no se dio ese proceso, sino que  los agentes del orden sigen trabajando de manera represiva. Por esa razón, explicó, en su gestión se iniciará un cambio de ese modelo desde la academia, para convertir en una doctrina la proximidad del policía con la gente.

Una segunda transformación que requiere el organismo es fortalecer sus estructuras tecnológicas e investigativas para combatir el crimen organizado. Al destacar que la globalización le abrió las puertas al narcotráfico con las secuelas del sicariato y el terrorismo, resaltó que los agentes policiales deben prepararse para estar a la altura de la complejidad de las investigaciones que deben realizar en esa materia.