El Alzheimer en la Academia de Ciencias

<STRONG>El Alzheimer en la Academia de Ciencias</STRONG>

Hace unos días tuvimos el alto honor de dictar la conferencia “El Alzheimer y la modernidad” en la augusta Academia y tratamos los aspectos de: diagnóstico, tratamientos y las esperanzas existentes  para  lograr una mayor sobrevida con los medicamentos actuales.

 Fuimos  presentados muy honrosamente para nosotros por el también académico Dr. José Joaquín Puello, quien señaló: “Con condiciones de gran talento el destacado neurocientista Dr. Silié Ruiz tiene una sólida formación  como especialista del Instituto de Neurología de Inglaterra  y además pertenece a una prestante y muy honorable familia, siendo su accionar consecuencia de una estirpe heredada en cuanto a entrega social y lo magisterial, derivado esto en un ejercicio ético como padre, ciudadano y médico ejemplar. Deseo resaltar los  numerosos aportes del expositor a la sociedad, con una exitosa vida de grandes contribuciones en su fecunda labor médica y las numerosas investigaciones científicas producidas”. Estos juicios del prominente neurocirujano los deseamos agradecer públicamente por tanta generosidad para con nosotros.

El caso número uno de la enfermedad fue descrito por Lois Alzheimer, neurólogo alemán. Pero lo interesante de este tema es que con una sola paciente el Dr. Alzheimer se hizo famoso. Se basa en el caso de Augusta Demont, mujer de  51 años de edad, con alucinaciones, que presentaba conductas bizarras, gran celotipia, gritando por los corredores los supuestos engaños de su marido, lo que ameritó su ingreso al hospital de Enfermedades Mentales y Epilepsia de Frankfurt, Alemania, el 9 de noviembre de 1901. Sin embargo, el Dr. Alzheimer encontró que tenía aparte de su demencia, una discreta hemiparesis izquierda (debilidad de ese hemicuerpo).

El inteligente médico realizó la autopsia del cerebro de la paciente el 8 de abril del 1906 y descubrió que había una hidrocefalia secundaria, una importante atrofia cerebral con una “ateroesclerosis” de los pequeños vasos cerebrales, así como una maraña de “ovillos” y  unas “placas” que no eran muy conocidas para esa época. Es decir que la relacionó desde ese momento con los elementos vasculares que en ese tiempo tenían correspondencia con la neurosífilis común entonces, procediendo a describir en detalles los que son considerados los elementos anatomopatológicos que caracterizan la enfermedad.

En el aspecto genético de la enfermedad está demostrado que uno de esos elementos es la participación de la proteína Beta amiloide. Hay evidencias de que hay componentes que anteceden a esta proteína, tal vez sea una forma inicial más soluble  la que explique los cambios mínimos de memoria que acontecen después de los cincuenta años y que conocemos como Déficit Cognitivos Mínimos. Hay investigadores que plantean que esos cambios cerebrales, como los “ovillos neurofibrilares” que describió el médico alemán se inician a la edad de  los 47 años, pero que adquieren importancia cuando se presentan en la llamada zona entorrinal del hipocampo, un área de unos 6 centímetros en la  profundidad de nuestros cerebros, que nos ayuda a mantener la memoria antigua y la reciente. La edad (aumenta con los años), la genética, muy importante (ApoE, SORL1), herencia, baja escolaridad, hemocisteina elevada, los derrames cerebrales (ACV) y la depresión crónica, son los elementos sí confirmados en la predicción de la enfermedad. Estos conceptos los refrescamos al nosotros participar la pasada semana como expositor sobre el Alzheimer, en el XV Congreso de Psiquiatría, en Bayahibe.

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