“El amante”, novela de Margueritte Duras

“El amante”, novela de Margueritte Duras

Con frecuencia vuelvo a los libros y películas de la escritora francesa Margarite Duras (n. Viet Nam 1914-m. París 1996). La admiro por su intensidad y forma de escribir y por haberse destacado en todas las facetas del arte en que incursionó. Sus obras están marcadas por un aliento intensamente personal y vivido sobre temas con los que se identificó, como son: el amor, el sexo, la muerte, la soledad. Entre sus escritos mencionaremos el guion de la memorable película Hiroshima, mon amor (1958); Destruir (1969); dos años después “El amor” (1971), “El amante” (1984), ganadora del Premio Goncort. Al año siguiente apareció el relato con fondo autobiográfico “El dolor”, que fue escrito en 1945, y en 1990 su última novela, “La lluvia de verano”. La intensa y atormentada vida de Marguerite Duras rivalizó y se combinó con su obra hasta el punto de ser ambas difícilmente advertidas por separado.

“La historia de mi vida no existe. Eso no existe. Nunca hay centro. Ni camino, ni línea. Hay vastos pasajes donde se insinúa que alguien hubo, no es cierto, no hubo nadie. Ya he escrito, más o menos, la historia de una reducida parte de mi juventud, en fin, quiero decir que la he dejado entrever, me refiero precisamente a esta, la de la travesía del río. Con anterioridad, he hablado de los períodos claros, de los que estaban clarificados. Aquí hablo de los períodos ocultos de esa misma juventud, de ciertos ocultamientos a los que he sometido ciertos hechos, ciertos sentimientos, ciertos sucesos. Empecé a escribir en un medio que predisponía exageradamente al pudor. Escribir para ellos aún era un acto moral. Escribir, ahora, se diría que la mayor parte de las veces ya no es nada” (Duras, 1984).

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Si bien novelar es la construcción de un mundo ficticio, cuando el drama es la historia de tu propia vida el convertirlo en novela es un verdadero reto. «El Amante» es una novela semiautobiográfica publicada por primera vez en 1984. La historia, ambientada en la Indochina colonial de la década de 1920, sigue la relación apasionada y tabú entre una adolescente francesa de catorce años, que es la narradora sin nombre, y su acaudalado amante chino de veintiséis años. Se trata de una novela realista, escrita en un tono conversacional. La autora logró el equilibrio al convertir la vida real en una novela que sigue el hilo de una intriga basada en una historia bien tramada que resalta los puntos clave. Duras utilizó un estilo de escritura poético y lírico para crear una atmósfera evocadora que transporta a los lectores a la exótica Indochina. Su prosa es intensa y sensual, capturando vívidamente las emociones y los deseos de los personajes. La autora utilizó un enfoque fragmentado en la narración, saltando en el tiempo y presentando los recuerdos de la protagonista de manera no lineal; lo que crea una sensación de intimidad y confidencialidad.

Esta novela social por los hechos que narra, romántica por la historia que cuenta está escrita en un monólogo cautivador. La narradora cuenta su vida y nos hace parte de sus recuerdos. La selección de sus evocaciones nos emociona y nos identifica con lo que allí sucede. Sus descripciones provocan la sensación de haber sido testigo de aquello que evoca. Hemos de hacer énfasis en su estilo directo, sin medias tintas. En voz de la adolescente expone fuertes realidades de la vida sin esconder nada, sin vergüenza como solo lo puede hacer una joven de catorce años que por más que desee hacerse la experimentada su sinceridad desbocada viene de la inocencia propia de la edad. La autora narra con una mirada concentrada, enfocada en la herida abierta desde la infancia y el fuerte dolor que ha sobrevivido a través de los años. Escribe a dos voces en tercera persona cuando habla de la niña y en primera persona ya adulta cuando habla evocando su pasado (ambas son la misma persona y alterna las voces). Se trata de una caótica y dolorosa vida marcada por la falta de amor, el abandono, el odio y el amor entre los miembros de una familia que lo ha perdido todo, hasta la dignidad, unidos solo por la costumbre y la necesidad. Es la historia de una joven que se hizo la fuerte e indiferente solo para sobrevivir a aquel terrible lugar y circunstancias que le tocó vivir.

Uno de los temas principales de la novela es la lucha contra las convenciones sociales y las expectativas familiares. La protagonista desafía las normas sociales y raciales al enamorarse de un hombre chino, a pesar de la oposición de su familia y de la sociedad en la que vive. Esta relación intercultural y tabú se convierte en un medio a través del cual Duras explora cuestiones más amplias de identidad, poder y deseo. La joven aspiraba a una vida sin tantas precariedades y abusos, pensó que el hombre del automóvil negro (el chino) podría ser su escape. Además, la dinámica entre la madre y la hija agrega capas de profundidad a la narrativa, mostrando las complejidades de las relaciones familiares y cómo influyen en las decisiones y acciones de los personajes. Y así esta novela nos presenta una familia disfuncional: sin padre presente; un hermano mayor sinvergüenza, agresivo y abusivo; una madre desvergonzada que decide aceptar al hombre que seduce a su hija adolescente a cambio de dinero.

Duras también utiliza el entorno exótico de la Indochina colonial para explorar la idea de la colonización y la explotación. La descripción de los paisajes y la vida en la colonia proporciona un fondo histórico fascinante para la historia. La novela habla de la discriminación racial y social, la prostitución infantil, la promiscuidad, el efecto de las guerras… «El Amante» es una obra literaria rica y compleja que explora temas universales como el amor, el odio, la identidad, las injusticias, las diferencias de clases y razas y la lucha contra las normas sociales. Todo ello tratado con una escritura elegante y emotiva, y una caracterización de sus personajes, descripciones y ambientaciones magistrales. Esta novela invita a una reflexión profunda sobre la condición humana y las complejidades de las relaciones. Finalmente, en una intriga de revelación la protagonista alcanza la madurez que no poseía al principio. Se da cuenta de que, aunque recibía dinero, no era una prostituta, solo una joven que amaba perdida en una vida terrible. El argumento y los nudos de la acción nos mantienen atrapados.

La siguiente frase de Jorge Luis Borges aplica bien para entender por qué Marguerite Duras a los 70 años sintió la necesidad de escribir “El amante”: “A medida que transcurren los años, todo hombre está obligado a sobrellevar la creciente carga de su memoria…” (Borges, 1983). No hay lugar a dudas, de que esta novela constituyó para Marguerite Duras una verdadera catarsis.

“Ahora comprendo que muy joven, a los dieciocho, a los quince años, tenía ese rostro premonitorio del que se me puso luego con el alcohol, a la mitad de mi vida. El alcohol suplió la función que no tuvo Dios, también tuvo la de matarme, la de matar. Ese rostro del alcohol llegó antes que el alcohol. El alcohol lo confirmó. Esa posibilidad estaba en mí, sabía que existía, como las demás, pero, curiosamente, antes de tiempo. Al igual que estaba en mí la del deseo. A los quince años tenía el rostro del placer y no conocía el placer. Ese rostro parecía muy poderoso. Incluso mi madre debía notarlo. Mis hermanos lo notaban. Para mí todo empezó así, por ese rostro evidente, extenuado, esas ojeras que se anticipaban al tiempo, a los hechos”. (Duras, 1984).