Cuando hay turbulencias financieras en el ambiente general, el amor de parejas tiende a percibir consecuencias. No siempre son malas, todo depende de cómo esté conformado el día a día y los dogmas de vida que tengan. Veámoslo por áreas.
Las emociones: Todo lo que pasa a nuestro alrededor influye en nuestros sentidos. De no controlar las reacciones dejamos que corran ciertas hormonas por nuestro sistema circulatorio. La emoción no la podemos dominar, sí lo que haremos con ella. La impotencia nos puede llegar por una injusta crisis, pero no podemos dejar que la rabia que ella suele provocar nos haga tomar una acción de la que nos arrepentiremos.
Las relaciones: Cuando una crisis nos amenaza o nos afecta podemos incurrir en el error de explotar con las personas que más fácil nos perdonarían, las que más queremos. Mejorar la comunicación con ellos para saber en qué momento se puede exigir y en cuál se debe acompañar es primordial. Es importante trabajarnos en la parte emocional para que no influya en la relacional, como enseño en mis libros Migomismo I y II. El tiempo: Podemos tratar de darle más tiempo a la obtención de recursos. No lo aconsejo si se quiere mantener un equilibrio. Lo más importante es la forma de manejar mi tiempo, no cuánto tiempo me ocupo. Ser asertivo es la clave.
El estrés: Este es causado por la liberación de ciertas hormonas, principalmente el cortisol. Mucho estrés es generado al preocuparnos por eventos que no sucederán. Es importante tener formas de desconstruirlo y dogmas para evitarlo.
Finanzas: Si llega una crisis a nuestras finanzas es importante buscar ayuda externa. Tendremos que evitar lujos y buscar cómo producir más.
En conclusión: “Una crisis solo afecta al amor cuando no sabemos amar en equilibrio”.