El amor obedece las leyes de la ciencia

El amor obedece las leyes de la ciencia

POR JOSE A. SILIE RUIZ
En su más reciente viaje científico a la Argentina, el distinguido cardiólogo, Dr.  Rafael Guillén Marmolejos, siempre con su refinado trato,  y sabedor  de que nos interesa el tema, nos trajo un ejemplar del periódico La Nación, de la república austral, donde se publica una entrevista sobre el tema del amor con el Dr. Rajendra Persaud, uno de los psiquiatras más prominentes de Inglaterra. Considerado  como el Freud de los 90, según el matutino británico The Guardian; y es uno de los veinte máximos “guruses” de la psiquiatría del mundo, según el Times.

Este joven psiquiatra, nacido en Reading, -Inglaterra- fue el médico joven más votado por los pares del Royal Collage of Psychiatrists y del Institute of Psychiatry, para integrar la lista de los diez mejores de su profesión en el 2002. Nosotros que conocemos muy bien el sistema de salud inglés, podemos afirmar que este joven médico tiene que ser muy brillante para lograr esas metas.

No puedo negarle a  nuestros  amables lectores dominicales, que al leer este artículo sentí gran “nostalgia” y recordamos la primera ocasión que visitamos el mencionado Instituto y el Hospital Royal Maudsley (la institución más prestigiosa de Europa en el ramo). Era la época de nuestro entrenamiento en el Instituto de Neurología de la Universidad de Londres, donde una tarde grisácea, nos invitó el hoy prominente psiquiatra Dr. Pedro Pablo Paredes, ambos éramos a la sazón “jóvenes  en postgrado” en aquellos días ingleses muy felices, a su renombrada institución siquiátrica,  en razón de la conferencia de uno de sus  profesores, el Dr. Isaac Mark, sobre el tema del Alzheimer.

El artículo  mencionado, fechado en Londres, por Juana Libedinsky, plantea que entre los elementos de mayor importancia en la infelicidad humana, está  el tema de las relaciones amorosas. Elegir la persona con la  cual vamos a pasar el resto de nuestras vidas, es la decisión más importante que podemos tomar como humanos, desde un punto de vista evolutivo; pero también es la  que más va afectar nuestra salud mental. En una mala relación con nuestra pareja, las posibilidades de depresión clínica no aumentan el doble ni se cuadruplican: hay que aumentarlas por treinta. Hoy sabemos que el amor obedece a  leyes que dicta el cerebro y no el corazón y que son estudiadas por las ciencias.

Recordaran ustedes, que en febrero pasado, escribimos en este artículo de opinión sobre la “Anatomía del amor”, y planteábamos que cuando uno está  herido por el dardo del joven cupido, el pobre cerebro viene a ser un rector con escasas funciones en esa universidad del amor. Pero en su última obra, “Simplemente  irresistible. La psicología de la seducción,” el Dr. Persaud, lo dice todo.

 Se nos refuta en este libro, el argumento de la libertad del corazón y mediante una serie de  investigaciones se demuestra que no, que sigue siendo el cerebro el ordenador de las relaciones. En muchas cosas coincidimos con el  psiquiatra inglés,  de lo que nos sentimos entusiasmados por lo afín, y en lo personal muy orgullosos; en parejo con éste heredero de la especialidad de Alfredo Adler, es en el hecho, que al igual como nosotros favorece la “divulgación” de la información científica, que aparte de sus publicaciones en las más prestigiosas revistas científicas, mantiene columnas  de periódicos y por igual participa en difusión televisiva y de radio. Señala que: “Es con la educación popular sobre la psiquiatría, la única forma que la gente común tenga conciencia de los problemas de la especialidad de la mente”.

Opina el distinguido psiquiatra,  que tenemos una resistencia natural a la ciencia del amor, y no nos gusta ver que obedece a ciertas reglas determinadas por el cerebro como nos dice la neurociencia. Hay estudios científicos de  los años 90 que señalan,  que aun los bebés prefieren una cara de adulto atractiva a una fea y que los adultos deciden si la cara que están mirando es atractiva  para ellos o no en aproximadamente una décima de segundo, luego del trato y el conocimiento se profundizan los afectos.

En lo referente a la evolución, plantea el  entrevistado, que a través del avance de las especies, se ha determinado que las hembras, en general son más complicadas para elegir pareja, posiblemente porque invierten más recursos biológicos que el varón, en cada cría, a través de procesos como la gestación y la lactancia, así que, en términos de evolución, es más costoso para la hembra equivocarse en la elección de su pareja.

Mientras que los hombres, como dice el dicho popular, se “llevan a la cama cualquier cosa que respire”,  inventado  talvez este refrán por alguna dama ofendida. Las teorías  evolucionistas dicen que las hembras están hiperalertas para detectar señales de que el candidato a padre de sus hijos realmente vale la pena. No se fijan sólo en cuán atractivo es el candidato. Lo van a ver más atractivo si da señales de que también va a ser fiel, buen padre y de trato elegante, por ejemplo.

Sobre lo de que el amor es ciego, hace referencia la obra a la posibilidad que tenemos nosotros los neurocientistas en los últimos años, de hacer uso de modernas máquinas para hacer “escaneos” cerebrales, se ha podido demostrar, que cuando estamos enamorados algunas partes del cerebro se encienden, pero otras se apagan, en particular las que tienen que ver con la planificación y el juicio.

De ello debería deducirse que si uno tiene que tomar una decisión permanente  para el futuro, es preferible que pase ese periodo de  “intenso enamoramiento”. Se hace reseña en el  artículo de marras, de un estudio de 400 parejas casadas en promedio unos 40 años, mostró que los que parecían más felices con la vida en general, tendían a ser aquellos con una “visión idealizada” de sus matrimonios, en un 52 %. El resto, los que veían la historia de su relación de manera “más realista y objetiva”, tendían a tener resultados mucho más bajos en cuanto a lograr felicidad individual y satisfacción matrimonial.

En base a esta entrevista y como se resume en su final, para que un matrimonio funcione, parece que es bueno el “no ver toda la realidad” tan palmariamente. En estos comentarios, son de vital importancia dos interrogantes, la primera, dónde quedamos parados los menos “agraciados”, con la primera teoría probada aún en niños de que prefieren los más atractivos, y lo segundo será una presunción asumida, al parecer el consejo del psiquiatra, es que trate siempre usted de ser feliz y ver los detalles negativos del “otro” con “cierta comprensión”, pero sin intenciones de lograr la “perfección” en su par. ¿Estará ahí la llave de la felicidad de las parejas?.

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