El amor envuelve toda la obra de Cándido Bidó, principalmente el sentimiento materno. Al decirlo no creemos estar equivocados, sosteniendo además mítica y metafóricamente, que la Madre Tierra, fecundada por el Sol, parió y amamantó al género humano, y que los tres elementos -sol, tierra, gente- son componentes esenciales de la pintura y el dibujo bidosianos.
La paleta luminosa, la pasta sustanciosa, las formas generosas instrumentan ese mundo afectivo que surgió y creció, desde los comienzos artísticos del maestro, en el umbral de los años sesenta. Un aura de ternura y entrega no ha dejado de irradiar su inconfundible producción hasta hoy, al través de las variaciones de interpretación y factura.
Los enamorados. Una de las obras maestras de Cándido Bidó fue Los amantes de la aldea, que ganó en el 1974 el Primer Premio de Pintura de la Bienal Nacional. El gran lienzo comunicaba al Salón de la Cúpula de Bellas Artes, la calidez de su color y la riqueza de su expresión. En cierto sentido, es un Bidó único con los dos rostros magnificados de él y de ella, colocados de perfil, casi interpenetrándose. Y la sombrilla, pequeña en relación con las cabezas, adquiere la dimensión de un techo, la preciosidad de un diadema, celebrando la unión de dos caribeños de quienes el maestro se siente especialmente cerca, llevando a su creación la gente de su pueblo. La obra, representativa de la antillaneidad y el mestizaje, es emotiva, grave, sensual, aparte de un tratamiento pictórico perfecto.
Cándido Bidó ha tratado otras veces el tema de la pareja, particularmente en La boda de Martín, y de frente, como si fuera posando en el estudio del fotógrafo del pueblo, para un retrato solemne. El estilo es neo-expresionista, de composición sencilla y se destaca el matiz sociológico. Ahora bien, otro de los cuadros más importantes del maestro se llama Adán y Eva. Pintura con luminosidad cenital y simbólica, que sitúa al hombre y la mujer, de estirpe antillana, personajes de hoy y de siempre, en el jardín de Edén y una vegetación tropical. No hay huella del pecado original La escena de amor, que incluye elementos de la naturaleza, sugiere la ternura y la fertilidad. Eva abraza a un pájaro con gesto materno, Adán, el cuerpo en tensión, parece invocar a otra ave, aunque sin connotación sobrenatural.
La obra, de singular fortaleza, se presta para una lectura abierta.
La amistad omnipresente. La amistad impregna el ambiente pictórico de Cándido Bidó, sin importar generaciones, escenarios de grupo o de parejas, en actividades de trabajo o de juego, contemplación o conversación recordamos especialmente a dos animadas comadres, sentadas y haciendo cuentos. No obstante, hay en la producción de todo artista cuadros sobresalientes a los que llamamos las obras faros.
Una de ellas concierne precisamente a la fuerza de la amistad: El abrazo. Las dos figuras están fundidas en un solo bloque, el blanco del paño de cabeza se convierte en un foco de luz y se adueña del espacio. Brota toda la alegría del (re)encuentro, y estéticamente, con un formato alargado raro en el artista, es una imagen potente, llamativa, impactante. Cabría considerarla, tal vez en el arte dominicano en general, como la obra más expresiva de la amistad o del sentimiento físico, emotivo y espiritual.
Cándido Bidó ha compuesto muchas escenas del bloque familiar, mostrando en sus inicios a los niños hambrientos apretados en torno a la madre que no puede más que darles el pan de su cariño. En otras interpretaciones iconográficas el padre participa en el conjunto pictórico, una manta les cobija, la condición social de criaturas amparadas por su solo amor dramatiza la escena, se queden o se vayan, tratando de escapar al infortunio, como en el estremecedor cuadro del Éxodo.
Por supuesto, Cándido Bidó ha plasmado, creemos más que cualquier otro pintor nuestro, la maternidad como realidad y alegoría del amor, con vínculos entrañables e indestructibles, pero el tema se ha analizado tantas veces, y por nosotros mismos, que una simple mención basta para recordar su presencia permanente, hasta las obras más recientes.
Hablar de Cándido Bidó en este día conmemorativo, significa referirse a un artista cuya obra, en todas sus facetas, se ha dedicado a la vida y al altruismo de los seres humanos, renovando la fe y la esperanza por la capacidad de amar y ser amados.
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Por la vida
Hablar de Cándido Bidó en este día conmemorativo, significa referirse a un artista cuya obra, en todas sus facetas, se ha dedicado a la vida y al altruismo de los seres humanos, renovando la fe y la esperanza por la capacidad de amar y ser amados.