El año del gran Onetti

El año del gran Onetti

En el tiempo actual, el mundo cultural iberoamericano ha estado inmerso en la celebración del centenario del natalicio de uno de sus más grandes exponentes literarios: el narrador uruguayo Juan Carlos Onetti.

Un siglo de buena factura literaria. Un siglo del nacimiento de uno de los autores admirados por la generación latinoamericana del Boom, al que en cierta forma precedió. 

Escritores importantes de ese gran movimiento, como Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa, a su debido tiempo han reconocido el genio de este autor montevideano.

La obra de Onetti, así como su vida, está matizada por un aura de misterio. Eso quizás vuelve a sus libros laberínticos, grisáceos, amargos, extraño a la experiencia del paladar de los lectores más ingenuos.

En principio, escribió relatos. Luego, en 1939, publicó su novela “El pozo”, con la que se le vincula con la tendencia existencialista, a la luz de Sartre y Camus.

Como la narrativa occidental estuvo marcada en los años 40 por el existencialismo, puede decirse que esta primera novela de Onetti de alguna manera da el Kick-off a esta modalidad literaria.

No estaría del todo equivocado quien considerara a Onetti como un escritor maldito. En los años setenta, Onetti fue a la cárcel por un cuento que ganó un concurso, del que él era jurado, y que los militares entendieron que tenía matices subversivos.

Después viviría toda su vida como exiliado en España. La idea estética que se tiene de él es que se pasaba los días recostado en una cama, sin salir de allí, y con una botella de whisky al lado. Dicen que amó profundamente a la poeta Ida Vilariño, a la que también celaba de la manera más compleja.

Sin dudas, el mundo afectivo de Onetti era obscuro.

En una ocasión Ida fue a visitarlo a la casa en que vivía con la esposa; la esposa, cuenta, los dejó solos en la casa durante un tiempo y solamente regresó cuando la poeta se había marchado.

Tras “El Pozo”, el autor uruguayo publicó “Tiempo de abrazar” (1940), “Tierra de nadie” (1941), “Para esta noche” (1943), “Los adioses” (1954) y “Para una tumba sin nombre” (1959).

También los libros de cuentos “Un sueño realizado” (1951), “La cara de la desgracia” (1960), “El infierno tan temido” (1962) y “Tan triste como ella” (1963), entre otros libros. Sin lugar a dudas, sus novelas más reconocidas son “La vida breve” (1950), “El astillero” (1961) y “Juntacadáveres” (1964).

En estas tres piezas narrativas, podemos encontrar sintetizado todo el universo de Onetti.

Su carrera literaria recibió diversos reconocimientos por su labor literaria, entre ellos el Premio Nacional de Literatura de Uruguay en 1962, el Premio Cervantes (1980), el Gran Premio Nacional de Literatura de Uruguay 1985 y el Premio de la Unión Latina de Literatura 1990.

En 1972, el semanario Marcha realizó una encuesta a diversos escritores, en la que Onetti fue señalado como el mejor narrador uruguayo de los últimos 50 años.

En 1980 el Pen Club Latinoamericano lo postuló al Premio Nobel de Literatura.

“Hace un rato me estaba paseando por el cuarto y se me ocurrió de golpe que lo veía por primera vez. Hay dos catres, sillas despatarradas y sin asiento, diarios tostados de sol, viejos de meses, clavados en la ventana en lugar de los vidrios”.

(El Pozo, 1939)

En “El Pozo”, ya encontramos prefigurado al Onetti posterior.

En el primer párrafo de la novela encontramos la idea del hombre encerrado (la sensación de encierro será un sentimiento importante en la novelística onettiana), el ser entre paredes que proyecta la imaginación para llenar su mundo.

Muchas de las cosas de importantes en sus novelas transcurren en un salón.

Y muchas cosas importantes ocurren cuando las personas están detenidas en un espacio cerrado. Recordemos a María Bonita y las prostitutas imaginando a Santa María en el interior de un vagón.

O a Larsen sentado en su cuartucho, escuchando una vez más la definitiva noticia de la apertura del burdel.

Onetti no es un escritor de prosa fácil. Jamás complace. Tiende más a las sombras que a la luz, y el deleite que pueden producirnos sus obras se asemejan más a lo miserable del ser humano.

Se trata de un novelista que no podemos darnos el lujo de dejar de leer.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas