El año en que se complicaron las posibilidades de reelección de Obama

El año en que se complicaron las posibilidades de reelección de Obama

Washington, (EFE).- El presidente de EEUU, Barack Obama, ha visto este año cómo se complicaban sus posibilidades de reelección en 2012 con una economía que no termina de despegar y una oposición republicana que bloquea sus principales iniciativas.

Obama, que llegó a la Casa Blanca con una popularidad superior al 70 por ciento, ha visto como este año su aceptación se ha sumido en los niveles más bajos de su mandato, un 45 por ciento actual que llegó a descender al 43 por ciento tras el regreso de las vacaciones veraniegas.

La gran razón para que el presidente que eliminó al terrorista más buscado del mundo, Osama Bin Laden, y que consiguió lo que no habían logrado otros -la reforma del sistema de salud- cuente con unos niveles de aprobación tan bajos puede reducirse a una sola palabra- economía.

Con un nivel de desempleo que sólo este mes ha bajado por primera vez en dos años y medio del 9 por ciento, para quedar en el 8,6 por ciento, y una crisis de la deuda en la eurozona que acentúa la sensación de incertidumbre, el crecimiento económico del país es «frágil», según ha reconocido el propio Obama. Fomentar el empleo y alentar el crecimiento económico ha sido su gran prioridad a lo largo de este año.

Pero sus propuestas se han visto, en su mayor parte, bloqueadas en el Congreso, donde los republicanos cuentan desde enero con la mayoría en la Cámara de Representantes. Los republicanos -impulsados por la pujanza de su corriente conservadora Tea Party, enemiga de cualquier cosa que pueda oler a intervencionismo gubernamental- han hecho su bandera de la reducción de la deuda y el déficit presupuestario estadounidense, que se encuentra en torno a los 1,3 billones de dólares.

Consideran que cerrar ese agujero debe hacerse a costa de recortes en el gasto público. La otra herramienta para conseguirlo, la subida de impuestos, es algo que han jurado ni plantearse.

En cambio, Obama considera un elemento imprescindible de su fórmula contra la recesión el aumento de los impuestos a los más adinerados, aquellos que ingresan más de 250.000 dólares al mes. Ello ha motivado numerosos encontronazos entre demócratas y republicanos, y entre el Congreso y la Casa Blanca.

El más espectacular tuvo lugar este verano, acerca del aumento del techo de la deuda del país, que llegó a amenazar con la quiebra técnica del país, y que, aunque se saldó en el último momento, no evitó que la agencia de calificación de crédito Standard and Poor’s rebajara su asignación de AAA a AA+ para EEUU.

En septiembre, Obama anunció un ambicioso plan de empleo por valor de 447.000 millones de dólares, similar al plan de estímulo de 800.000 millones de dólares que había logrado aprobar sin problemas al comienzo de su mandato. Pero, además de ciertos recortes del gasto público, proponía sufragarlo mediante subidas de impuestos a los más adinerados, lo que hizo que los republicanos lo vetaran y los intentos subsiguientes de hacerlo aprobar pieza por pieza tampoco lograron apenas éxitos.

Y, cuando el año se encuentra a punto de acabar, ve cómo los republicanos bloquean ahora su propuesta para prorrogar el subsidio de desempleo y recortes de impuestos a la clase media, algo que puede costar mil dólares a una familia media, según la Casa Blanca. Los reveses de Obama este año no se han ceñido sólo a la economía.

En lo relativo a inmigración, su promesa de 2008 de una reforma exhaustiva del sistema permanece como una mera promesa, sin que los republicanos en el Congreso den ninguna señal de querer ayudarle a hacerla realidad. En política exterior, el presidente presentó en mayo una propuesta para reactivar las negociaciones entre israelíes y palestinos, pero no llegó a despegar y en septiembre, Mahmud Abás planteó ante la ONU el reconocimiento de Palestina como Estado miembro de pleno derecho.

 Para recuperar un poco de «gancho» electoral, Obama ha recurrido en los últimos días a Bill Clinton, el gran ídolo presidencial demócrata, con el que compareció en un evento sobre energía. Pero no será Clinton, o una repentina solución del conflicto en Oriente Medio, de lo que dependerá la reelección del primer presidente negro de EEUU. Será la economía y, sobre todo, el nivel que alcance el índice de desempleo. EFE

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