El anuncio del final

El anuncio del final

Si observamos con detenimiento las cosas que vienen sucediendo en el país en estos últimos dos meses, llegamos a la conclusión que es momento de prudencia y de mucha perseverancia pero con grandes dosis de lo que llamamos sentido común.

Porque se trata de un período difícil lleno de trampas y asechanzas. Entonces, la razón nos dice que hay que controlar los  nervios y establecer estrategias flexibles, porque los ciudadanos quieren y necesitan ideas claras y soluciones realistas sin escarceos ni debates artificiales y mucho menos con retóricas vacías de contenido. Se necesita empleos y servicios sociales evidentes, sin medias tintas ni los parches que acostumbran poner los políticos de baja estatura. Entonces, la solución es, primero recuperar los valores, las virtudes liberales, la confianza, todo sin triunfalismos de farándula, porque es bueno  recordar que la política es incompatible con las profecías estrepitosas con ribetes de falsos profetas.

El asunto que tenemos que resolver es dar ahora un adiós de ceremonia a este gobierno, que nos tiene marginados y que hace algún tiempo vive para los países lejanos de nuestro territorio y es evidente que ya no gobierna porque entró en el trayecto final y está esperando el debate electoral y el terremoto con tsunami que se lo llevará para el otro mundo. Este gobierno está igual que el del  rey Luis XVI en Versalles cuando recibió la noticia de la toma de la Bastilla, aquel famoso 14 de julio de 1789. Ese es el sentido de la historia, que es en todo momento aplicable.

Perderá Danilo y ganará el mejor de la oposición. Y esto así porque el gremio de las quejas siempre ha generado sus propias élites, que buscan sentarse  en la mesa del poder. Luego veremos la cantera de políticos dispuestos  a  disfrutar  del festín de la vaca nacional.

Todo esto será posible, porque la nación necesita a corto plazo recuperar un proyecto sugestivo con estilo. Tal vez el país deberá orientarse hacia la buena calidad moral, que hemos perdido en estos doce años de peledeísmo ultraconservador y destinar las falacias del todo vale. Nuevas   fuerzas con principios morales bien definidos, ese es el camino a seguir. El asunto ahora es cohesión, unidad y seguir a Juan Pablo Duarte, que está vigente. El futuro habrá tiempo de conocerlo.

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