El apego y la identidad con la madre

El apego y la identidad con la madre

De la construcción del apego, del vínculo y de la afectividad, habla de la historia sana o patológica de una persona, a partir del tipo de apego. Existen niños que fueron privilegiados en tener un apego seguro y sano con su madre; el primer calor, la primera ternura, el primer contacto, la primera mirada, el primer vínculo. La madre tiene un vínculo especial con sus hijos, es por eso que saben diferenciar el llanto del hambre, del llanto del dolor, del calor y hasta el llanto por angustia, de un niño de apenas seis meses. El instinto la lleva a conocer al hijo, con la mirada, en el lenguaje extra verbal, con la conducta. La madre instintiva conoce a cada uno de sus hijos, desde el temperamento al carácter, desde la fortaleza a sus debilidades; saben de qué flaquea, de sus inseguridades y de sus miedos; los conoce sin ser psiquiatra ni psicólogo. Como decía Bosch “ningún corazón traiciona a su dueño”.
El apego es la primera vinculación que se establece para comunicar el afecto, el amor, el compromiso, la identidad y el sentido de pertenencia. Es de ese vínculo que los hijos crecen estables, seguros, afectivos, vinculares, comprometidos, identificados con la familia, con el amor y con la existencia. Pero un apego ambivalente, confuso, neurótico, o de abandono, es de seguro que reproduce hijos vulnerables emocionalmente, incapaz de establecer vínculo y apegos sanos con otras personas.
Durante los primero seis meses, el sistema cerebral debe de vivir el proceso de apego seguro para el equilibrio en la vida adulta. Puede continuar el proceso socio-afectivo y del vínculo permanente para el equilibrio bioquímico, afectivo, emocional y social. Cuando una madre no es tierna, afectiva; cuando no establece esa fuerza instintiva, perceptiva y segura con el niño, el apego no es sano para ambos. Ahora la posmodernidad, el mercado, el consumo, la moda, la vida mediática y de la cultura de la prisa, le busca nuevas respuestas para la madre moderna: no dan el pecho, no dedican mucho tiempo a los hijos por el pluri -empleo, o el estrés crónico. El vínculo y el sentido de pertenencia del niño se establecen más con la cuidadora. De ahí que los países desarrollados prolongan más la maternidad y paternidad por más de tres meses para que la familia y la relación de madre-hijo-padre hijo sean de mejor calidad y calidez. El niño aprende a olfatear a su madre, la huele, sabe de su temperatura, de su reacción pupilar, de su estado de ánimo, de su cercanía, pero también de su ausencia o de su desapego prolongado. Existen madres de todos los colores, de todos los tamaños, de diferente circunstancia. Cada una es única e irrepetible. Las madres marcan la existencia, dan la fuerza para entenderse con la vida, no entienden de intereses, ni de distancias, ni aman de forma condicional. La madre es un ser que marca como un sello, que ni el tiempo lo desgasta. Un amor sin razonamiento, sin comodines, sin plusvalía y sin resaca.
Ahora las madres están más estresadas, viven de forma más desigual, debido a que vivimos el desapego, la crisis de los vínculos, el analfabetismo emocional y efectivo. Sé que existen madres de pocos vínculos y de pobre sentido de pertenencia; madres sobre protectoras, disfuncionales y neuróticas que mal manejan las relaciones con sus hijos. Nos duele ver cómo ha aumentado el número de madres que abandonan a sus hijos, o los dejan en condiciones de vulnerabilidad. Peor aún, aquellas adolecentes que son madres sin la capacidad emocional, afectiva ni socio-económico para poder manejar una maternidad responsable, comprometida y sana. Pero las madres son las que más influyen en el aprendizaje emocional y psicológico de los hijos. Los que han tenido la vivencia de una madre nutriente, oxigenada, afectiva, fiscalizan te, que imponen disciplina, orden, respeto y valores, son madres por siempre y para siempre. Es una pena ver tantas madres en asilos y hogares de acogidas abandonadas, desprotegidas y olvidadas, con hijos vivos y acomodados.
Los que ya no la tenemos, la recordamos todos los días, todos los meses y todos los años.

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