El arreglo de Verizon ¿ahora qué?

<p>El arreglo de Verizon ¿ahora qué?</p>

JOSÉ LOIS MALKUN
Escribí sobre el tema hace unas cinco semanas. Sugerí negociar un arreglo financiero porque era lo mejor para ambas partes. Creo que se hizo lo correcto aunque no conozco bajo qué términos se negoció. ¿Donación de 170 millones de dólares reconociendo el Gobierno que no tenía razón? O ¿reducción de los impuestos a pagar? Esto último tendría que ser aprobado por el Congreso.

El Gobierno intentó cobrar 520 millones de dólares por ganancias de capital. Si dejamos el caso cerrado ya no se sabrá a ciencia cierta si es porque tenía la razón legal o porque estaba desesperado buscando dinero para cubrir su profunda brecha fiscal derivada del derroche en los gastos el 2006.

Ahora la oposición se aprovechará de eso para crearle problemas al Gobierno. Eso lo hacen todos los partidos cuando están abajo. También lo hacía con mucha frecuencia el PLD cuando estaba en la oposición.

Igualmente, voces de la sociedad civil se harán oír sobre el tema porque aquí todos tienen que opinar y mas cuando está por el medio la venta de una empresa como Verizon.

Pero este caso de Verizon no debe quedar cerrado por el hecho de haberse resuelto “amigablemente”. Es un buen caso para estudio. Por ello, es necesario seguir investigando todos sus antecedentes para definir legalmente quien tenía la razón. Eso evita que en el futuro se repitan casos similares. Que la discrecionalidad vuelva a imponer sus fueros.

Y si la legislación no está clara al respecto, si los expertos en esta materia consideran que hay necesidad de introducirle cambios para evitar que se repita lo mismo, entonces es el momento de hacerlo. Pero sin ahuyentar a la inversión privada, sin imponer la voracidad fiscalista del Gobierno y sin privilegios irritantes para nadie.

Muchas empresas de capital extranjero están saliendo del país y vendiendo sus acciones. Es una especie de desbandada que nunca se había visto en el pasado. Son malas señales cuando el país está a punto de entrar a un acuerdo comercial con los Estados Unidos. Este fenómeno puede parecer extraño pero no lo es. Simplemente se trata de riesgos. Cuando los inversionistas ven que un país tiene un acuerdo con el FMI, y que durante un año completo este acuerdo no logra ratificarse por los reiterados incumplimientos del Gobierno en materia fiscal, les entra el pánico.

A lo inversionistas dominicanos les pasa lo mismo pero tienen que aguantar, si pueden. Es difícil para ellos, levantar su tienda y decir que se van. No tienen a donde ir excepto aquellas pocas empresas que pueden venderle sus acciones a extranjeros. Ojalá que a los Fanjul no se les ocurra vender sus acciones en La Romana. O a la familia León vender la Cervecería.

Pero si se insiste en introducir una reforma fiscal para financiar los lujos que se da este Gobierno y que no guardan relación con la realidad economía del país, entonces veremos a muchas empresas nacionales y extranjeras exitosas saliendo de sus negocios. También a muchas entidades financieras vendiendo su cartera. Y ni hablar de la quiebra de miles de pequeñas y micro empresas. A los grandes contribuyentes no les interesa pagar impuestos para que un grupo de pendejos lo malgaste.

Porque al final de cuentas se pueden introducir y aprobar 10 reformas adicionales y seguiremos peor cada vez. Porque este Gobierno no va a reducir sus gastos al nivel que demandan las circunstancias. Tampoco cumplirá con las promesas hechas por el Presidente para generar un ahorro fiscal cercano al 1.5 % del PIB.

En efecto, el último discurso del Presidente anunciando medidas de reducción en los gastos, no llegan ni a 5 mil millones. Y en cuanto a los ingresos, apenas llegan a 12 mil millones, salvo que se utilicen unas confusas discrecionalidades para cobrarle impuestos a los pequeños negocios, al transporte y al turismo. Esto es altamente peligroso.

De cualquier manera, al final del año próximo el Gobierno estará de nuevo en problemas y buscando más recursos para cubrir sus déficit. No importan las condicionalidades del Fondo para reestablecer el acuerdo. El Gobierno las incumplirá tarde o temprano.

Porque solo hay una fórmula para que el Gobierno se discipline en materia fiscal. Y esa fórmula se llama “la no reelección”. Por eso, la reelección seguirá siendo el talón de Aquiles de nuestra estabilidad política y económica. Como es también la semilla de la división de los partidos políticos tradicionales. Y si eso no lo entienden los eruditos que están revisando nuestra Constitución para introducirle nuevas modificaciones y aquellos ciudadanos que opinan sobre la misma, entonces todo ese esfuerzo es una pérdida de tiempo y de dinero. Ya lo verán los amigos lectores.

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