En tiempos de sensibles daños por el cambio climático, con presagios de peores consecuencias para la vulnerable agricultura de la zona del Caribe, República Dominicana ofrece una demostración de fuerza en el cultivo de arroz con cobertura del consumo anual y en disposición de exportar hacia vecinos isleños 700 mil quintales en excedentes de un total de 14.4 millones obtenidos. Vocación para granero de las Antillas.

El componente central de la dieta nacional permanece en la abundancia por una capacidad productiva de tendencia favorable, contra viento y marea, y en la cosecha que termina (2022) el rendimiento creció en un 20%.

Independientemente de las condiciones atmosféricas, cada vez más dadas a extremos de calor, lluvias y sequías, en materia arrocera el país sigue saliendo a camino por sus modos depurados por la experiencia de trabajar la tierra y valerse de tecnologías e insumos para elevar la rentabilidad.

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Con valiosa capacidad para el descascarado, pulido, empaquetado y comercialización. Toda una riqueza agroindustrial que se debe al trabajo sobre los surcos y a la disciplina empresarial de muchos dominicanos ligados por generaciones al rey de los cereales en estos lares.

Contribuyó al éxito el apoyo financiero y tecnológico del Estado como correspondía en atención a la importancia que el arroz reviste en la alimentación cotidiana de este pueblo y como actividad económica de saldos positivos y de buenos motivos para valorar el campo.