El Art Nouveau: una forma de entender la línea

El Art Nouveau: una forma de entender la línea

A finales del siglo XIX, Samuel Bing inauguró en París una tienda de mobiliario y arte moderno a la que llamó LArt Nouveau, y que posteriormente dio nombre a un movimiento que a finales de siglo se expandió por toda Europa y América. Ávido por romper con el pasado, este estilo en principio revolucionario conservó vínculos con el rococó, los prerrafeaelistas, los grabados japoneses y otras corrientes anteriores.

Quizás como ninguna otra tendencia en el arte decorativo, el Art Nouveau influyó sobre los objetos, muebles y ambientes de su tiempo. Todo en el Art Nouveau es decorativo, pues esa es la finalidad y a ella se somete la forma. Y hoy en día vuelve a revivir, e incluso películas como El planeta de los simios o El señor de los anillos reivindican, en sus decorados, este movimiento.

Rasgos característicos

Esta tendencia vuelve a la artesanía y a la naturaleza debido al miedo a que el auge de la máquina baje la calidad del diseño. En Occidente predominaba el optimismo; la ciencia y la tecnología proveían un confort cada vez mayor, las costumbres se modernizaban, la idea de renovación a la medida humana impregnaba la búsqueda artística. También siguieron los ideales de William Morris del arte para todos.

Fue el mobiliario de Mackmurdo el primero que incorporó lo que luego iban a ser los motivos Art Nouveau: las formas llameantes. Las líneas sinuosas eran el reflejo de las raíces, ramas y troncos de los árboles y plantas y los motivos utilizados: el perejil, el cardo, el ciclamen, las mariposas y las libélulas. Todos ellos plasmados en edificios, telas, muebles e interiores.

A pesar del temor mencionado, y teniendo en cuenta la gran exigencia formal a la que era sometida la madera, la empresa Thonet y Kohn tuvo una gran demanda en el mercado de sus muebles de madera combada. Ya en 1859 había presentado la silla número 14 de la que se hicieron numerosas ediciones abaratando costes debido a la floreciente producción industrial. Hacia 1900, 6.000 obreros producían diariamente 4.000 muebles.

El rasgo más característico de este movimiento es la línea latigazo o serpentina. Pero los objetos e ilustraciones del Art Nouveau rebosaban en trazos dinámicos, surcos que se volvían sobre sí mismos, rodeaban las imágenes y a veces se fundían con ellas. Con esos movimientos se pretendía simbolizar la creatividad de la naturaleza. Por eso, los motivos son hojas y ramas entrelazadas en delicados arabescos, lianas, algas, juncos y lirios. Y, por supuesto, los animales, exóticos y ondulantes como el cisne, el pavo real, las medusas y pulpos. Y entre las figuras humanas, la gran favorita era la mujer, por lo que proliferan las sirenas, ninfas o damas voluptuosas, siempre distantes e impregnadas de misterio.

[b]MAESTROS DE LA CURVA[/b]

París y Nancy fueron los centros del resurgido diseño francés. Muchos de los ebanistas de esta época se hicieron famosos bajo el patronato de Bing. Entre ellos destacó el belga Van de Velde, quien tendría un gran éxito en Alemania donde desarrolló gran parte de su obra.

Bélgica fue el país en donde el Art Nouveau alcanzó su máxima expresión. Las líneas curvas y sinuosas realizadas en hierro y cristal que Víctor Hortas diseñó para el Hotel Tassel son un bello exponente de este estilo. En Inglaterra tuvo escasa repercusión pero destaca Charles Rennie Mackintosh, la figura principal de la escuela de Glasgow, quien junto a su esposa Margaret Macdonald iba a influir también entre los alemanes. Sus diseños en colores pastel, blanco, gris perla, rosa y lila daban un soplo de frescura.

En Viena nace en 1987 la Secesión, deseosa de romper con la continuidad de los movimientos anteriores y dar un aire nuevo a las artes. Olbrich y Hoffman fueron importantes representantes de esta línea. Aspiraban a la fusión de todas las ramas que no se consiguió hasta principios del siglo XX, si bien muchas piezas aún seguían quedando aisladas de la arquitectura.

[b]El Art Nouveau español[/b]

‘Modernismo’, así se denominó en España al Art Nouveau, que encontró en Antonio Gaudí uno de sus más destacados representantes. Formado en el ambiente del romanticismo catalán, este arquitecto hizo de Barcelona un deslumbrante muestrario del espíritu modernista. En edificios como la casa Milá, la casa Vicens o el ábside de la Sagrada Familia se respira libertad creativa e inspiración en la fuerza de los mundos orgánicos.

Gaudí aplicaba las formas onduladas tanto a su arquitectura como al mobiliario que diseñaba pensando en sus edificios. Nada es recto: sillas onduladas talladas prodigiosamente en roble macizo acompañan a sinuosos muros y peldaños, a los ondulados marcos de las puertas y cercos y cuarterones de las ventanas. Un desafío increíble de las leyes de la naturaleza.

Pero donde se puede advertir con mayor claridad su pulsión vital es en el Parque Güell, donde resulta imposible no perderse entre los senderos asimétricos de la obra más natural de Gaudí y no sentir su efecto renovador. Más informaciones en www.facilisimo.com

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