El arte contemporáneo como LITURGIA LAICA

El arte contemporáneo como LITURGIA LAICA

Puesto que el artista auténtico siempre abraza una perspectiva estética trascendente, todo arte verdadero contiene en su esencia lo sagrado. La libertad, lo religioso, lo místico y lo ético se nos revelarían en lo estético a partir de una especie de viraje lúcidamente especular (sobre sus propias certezas y contradicciones), mediante el cual el artista procede a una insólita indagación desde las profundidades del espíritu y desde la misma plasticidad de la materia.

Espíritu invisible y materia sensible con los cuales el artista elabora su alquimia personal, su íntimo universo simbólico: la in-visibilidad, “representada” y revelada en el despliegue de la multidimensionalidad; de las nuevas formas y prácticas creadoras; de los nuevos signos, lenguajes, tecnologías y soportes éticos, estéticos y metaestéticos de las prácticas artísticas contemporáneas.

Como arquetipo de una civilización y una sociedad desacralizadas, el artista contemporáneo no practica ni fundamenta nada más que la expresión y la libertad creadoras. Sin embargo, la manifestación del fenómeno religioso en toda su amplitud estaría cifrada de forma espléndida en la obra de arte contemporánea. Obra que, en primera instancia, resulta autosignificativa y opera de manera autónoma  ante lo real y lo no real, proclamando una gestualidad y una espectrología personales de inefable potencial cognitivo, mediante  las cuales el artista materializa su práctica creadora como liturgia laica, como lúdica y lúcida sacralización de lo profano.

En la actualidad, los principales grupos conservadores a nivel global: políticos, religiosos, corporativos, militares, intelectuales y, especialmente, la Iglesia Católica, ni siquiera vislumbran el significado de la obra de arte contemporánea. En ocasiones, ya sea de forma directa o indirecta, estos grupos y corporaciones llegan a reprimir la confección de ciertas imágenes y hasta de nuestros juicios sobre las mismas, “decretando”, de manera cínica y terrorista, quiénes son los malos y quiénes los buenos, mediante la utilización y/o manipulación de imágenes. Entonces, tiene sentido el reclamo  del derecho  a considerar estas acciones retrógradas con actitud crítica, impugnando la censura  y la autocensura que muchas veces nos limitan a callar…

La reflexión sobre lo místico y lo religioso en el arte dominicano contemporáneo apenas se inicia. Y la principal motivación de esta reflexión es, precisamente, la notable presencia de dichas temáticas en la producción de una serie de artistas de distintas generaciones, entre los cuales destacan pioneros de finales del siglo XlX y principios del XX como Alejandro Bonilla, Luis Desangles, Abelardo Rodríguez Urdaneta y Enrique García Godoy.

Asimismo, pintores y escultores emblemáticos de nuestra modernidad han  abordado estos temas mediante una sorprendente multiplicidad de visiones estilísticas, medios expresivos y notables resultados. Me refiero a  creadores de iconos emblemáticos de esta temática en el campo de la pintura como Gilberto Hernández Ortega (1924-1979), Marianela Jiménez (1925), Luichy Martínez Richiez (1928-2005), Antonio Prats Ventós,  Eligio Pichardo (1929-1984), Clara Ledesma (1924-1999), Gaspar Mario Cruz (1925-2006), Nidia Serra (1928-2010), Domingo Liz (1931), Paul Giudicelli (1921-1965), Silvano Lora (1931-2003), Fernando Peña Defilló (1928) y Ada Balcácer(1930).

Otros artistas fundamentales de las generaciones de los 60, 70, 80 y 90, tales como Ramón Oviedo, Soucy de Pellerano, Julio Susana, Leopoldo Pérez -Lepe-, Guillo Pérez, Elsa Núñez, Ángel Haché, José Rincón Mora, Adolfo Piantini, Cándido Bidó, José Cestero, Jorge Severino, Alberto Ulloa, Geo Ripley, Amable Sterling, Antonio Guadalupe, Danilo de los Santos, Rosa Tavárez, José García Cordero, Alberto Bass, Amaya Salazar, Raúl Recio, Jesús Desangles, Ezequiel Taveras, Fernando Varela, Mariano Sánchez, Claudio Espejo, José Lantigua Cruz (Bule), José Sejo, Elvis Avilés, Miguel Ramírez, Dustin Muñoz y Manuel Toribio, sostienen el tratamiento de lo religioso y lo místico con trabajos de notable impacto expresivo y excelente calidad estética, algunos de los cuales devienen en obras paradigmáticas de nuestra contemporaneidad artística.

Antonio Guadalupe (1941)  es responsable de una de las más sutiles, cristalinas y resistentes elaboraciones simbólicas de la cristología y de las distintas manifestaciones de la religiosidad popular en la visualidad artística dominicana contemporánea. En este caso, asistimos al encuentro de una cristografía notablemente original. Imágenes del “Ecce Homo”, el Divino Rostro, el Crucificado, el Caminante y el Carpintero iluminado. He aquí una nueva imagen del Cristo. Transfigurado esta vez en el mismo centro de la historia cotidiana de la salvación. El de Antonio Guadalupe es un Cristo reactivo, sincero, reflexivo, terrenal, sacrificado y popular. Imágenes facturadas en un juego sofisticado de espacios, superficies, colores y texturas que proclaman la vitalidad y el esplendor de su obra pictórica global.

Así, en cuanto a las cuestiones de la religión y el misterio de la existencia, los artistas dominicanos de nuestro tiempo combinan la indagación experimental con la deconstrucción de los signos identitarios y las huellas de la historicidad, hasta llegar a un grado máximo de libertad expresiva que le permite materializar un repertorio simbólico de contenidos, significados y perspectivas definitivamente trascendentes.

NOTA:  Estas notas han sido extraídas de la conferencia titulada “Presencia del tema religioso en el arte contemporáneo dominicano”, presentada como parte del “VII Simposio Internacional de Historia y Crítica de Arte-Arte Religioso en República Dominicana”, celebrado entre el jueves 1 y el viernes 2 de noviembre  en la Sala Manuel del Cabral de la Biblioteca Pedro Mir de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. La exitosa organización de esta importante actividad en la que participaron intelectuales y estudiosos del arte dominicano, tales como los críticos Abil Peralta Agüero y Myrna Guerrero; el filósofo Fidel Munnig, el arquitecto Eugenio Pérez Montás; los antropólogos Delia Blanco, Carlos Andújar, Soraya Aracena y Fátima Portorreal Liriano y los artistas Elsa Núñez y Jorge Severino, ha estado a cargo del Dr. Odalís G. Pérez, presidente del Simposio y director de la Escuela de Crítica e Historia del Arte de la UASD.

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