El arte de la obstrucción o cómo hablar 24 horas sin parar

<STRONG>El arte de la obstrucción o cómo hablar 24 horas sin parar</STRONG>

BBC Mundo. Imagínese que se pone de pie frente a todos sus colegas, se aclara la garganta y se prepara para hablar toda la noche sin parar.

Quizás se ha llevado algo para comer. También puede estar equipado con guías telefónicas para leer en alto en caso de que se le acabe lo que tiene que decir.

Pues esta curiosa táctica se ha usado históricamente en los parlamentos de todo el mundo, generalmente por parte de legisladores que alargan sus discursos hasta cumplir el tiempo designado de forma que no se pueda llevar a cabo la votación en cuestión.

Así, parlamentarios distinguidos han narrado discursos épicos sólo para perder el tiempo y ralentizar o bloquear una legislación.

Quince horas narrando recetas Strom.  Thurmond batió un récord de 24 horas hablando en 1957.

Los ejemplos más espectaculares proceden del senado estadounidense donde en 1935, el senador demócrata de Luisiana Huey Long trató de frenar una ley al divagar durante más de 15 horas enumerando recetas sobre cómo preparar el aliño de roquefort para ensaladas y discutiendo detalladamente cuál era la mejor manera de preparar las ostras.

Más de dos décadas después, el veterano senador de Carolina del Sur Strom Thurmond batió el récord al obstruir el debate de una ley hablando durante 24 horas y 18 minutos.

El senador leyó en alto las normas de votación de todos los estados de EE.UU. y recitó íntegramente el discurso de despedida de George Washington para tratar de frenar una ley que pretendía extender el derecho de voto a los afroamericanos.

La palabra filibuster (significa obstruir u obstrucción), que deriva de un vocablo con el que los holandeses se referían a los piratas, está ya totalmente integrada en el sistema político estadounidense.

En los últimos años, los senadores de ese país han desarrollado incluso el «filibuster silencioso», un método según el cual simplemente tienen que mostrar su intención de bloquear una legislación hasta que los partidarios de la normativa reúnan el apoyo de tres quintas partes de la cámara.

Pero Harry Reid, el líder de la mayoría demócrata en el Senado que en 2003 habló en esa cámara durante más de nueve horas, ahora quiere que cualquiera que tenga una objeción levante su voz.

Y eso podría significar el regreso de los debates de las décadas de 1950 y 1960 cuando políticos sureños como Strom Thurmond y Robert Byrd hablaron toda la noche en un esfuerzo por bloquear reformas relativas a los derechos civiles.

Resistencia física. En la actualidad, los senadores están mejor preparados para las largas sesiones de debate.

De ser así, la nueva generación de legisladores deberá echar mano de la resistencia física que demostró tener por ejemplo Thurmon.

Según su biógrafo. Joseph Crespino, el político que defendía la segregación racial y que murió en 2003 a los 100 años, estaba completamente en forma, se había preparado meticulosamente para ese reto y llevaba los suministros necesarios de comida y bebida.

Además, según explica Crespino, el senador hablaba en un tono bajo y monótono para conservar su voz. Y, salvo un descanso de 30 minutos tras las primeras horas de su disertación en las que cedió la palabra a un senador afín, Thurmon estuvo de pie todo el tiempo.

Para los historiadores, lo más desconcertante fue saber cómo consiguió no ir al baño durante tanto tiempo. «Es una especie de misterio urológico», asegura su biógrafo quien recuerda que una de las primeras preguntas que le hicieron los periodistas al acabar su discurso fue «cómo consiguió contener su vejiga».

Entonces, Thurmon les respondió que había visitado la sauna del Senado antes para desidratarse de forma que su cuerpo absorvía líquidos como una esponja.

Pero también hubo rumores que sugerían que había usado un método más furtivo. Y es que un empleado afroamericano del Parlamento aseguró que el senador llevaba una sonda.

¿Aguantará la opinión pública? ¿Toleraría hoy en día la opinión pública discursos maratónicos para obstruir una ley?

Pese a que esta técnica se ha practicado especialmente en EE.UU. en el siglo XX, la práctica viene de atrás. En la Antigua Roma, Catón el Joven obstruyó una legislación en el Senado al hablar hasta que se hizo de noche.

Sin embargo, no todos los «filibusteros» recurren a largos discursos. Por ejemplo, los parlamentarios neozelandeses bloquearon normas locales en 2009 al proponer miles de enmiendas, muchas de ellas en lengua maorí, que después debían ser traducidas al inglés.

Hoy en día muchos parlamentos tienen reglas estrictas sobre el tiempo que pueden hablar los representantes. Pero este no es el caso del Senado de EE.UU.

En los últimos años, se ha culpado al incremento del partidismo de una serie de filibusters silenciosos. Pero si los planes de Reid de cambiar las normas tienen éxito, los discursos maratónicos podrían regresar.

Otra cuestión es si la opinión pública lo tolerará. En la era de la televisión 24 horas, los políticos pueden ser más reticentes a involucrarse en actuaciones barrocas para perder el tiempo como hacían sus antecesores, opina el profesor Gregory J. Wawro de la Universidad de Cornell y coautor del libro «Filibuster: Obstrucción y legislación en el Senado de EE.UU».

«En la edad de oro de los «filibusteros» y en los días de Huey Long, eso no se veía en la tele», afirma el profesor quien se cuestiona si los políticos querrán ser vistos «leyendo la guía telefónica o libros de cocina».

Así que si hoy en día a algún político se le ocurre hacer algo similar, no sólo tendrá que pensar en prepararse refrigerios, sino también en lo que los votantes pensarán de esa ostentosa pérdida de tiempo.

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