El arte moderno ya no tendrá secretos

El arte moderno ya no tendrá secretos

(y II)
En el Centro León, “¿Qué es el arte moderno para ti?” cumple una primera labor de educación artística con la contemplación de las obras. Sencillamente, todos los autores –europeos, latinoamericanos, dominicanos–, son maestros: la etimología, relativa a la enseñanza, imparte aquí las lecciones de la excelencia artística. No nos cansaremos de reafirmar la inteligencia de la selección ofrecida al público, y su eficiencia, acorde con las metas de la exposición.

Eficiencia no significa efectismo. Hay grandes pinturas, impresionantes en sus temas, técnicas y formatos, que ya citamos. Hoy, queremos mencionar el sintético bodegón de Georges Braque y otra formidable naturaleza muerta, la del surrealista René Magritte, que monumentaliza dos opacas frutas pétreas, antítesis de sus cristales… No olvidaremos las obras de Joan Miró y de Paul Giudicelli –las cuales curiosamente comparten un mismo encanto lúdico–, ni al magistral Joaquín Torrés-García –hermético aspirante a nuevos lenguajes–, tampoco a nuestro experimental Darío Suro, fragmentando la figura y cultivando el “feís mo”.

Línea y lenguaje

Sin embargo, la parte tal vez más aleccionadora y (¡relativamente!) más modesta, reside en el dibujo –asimilándole el grabado– y el poder de la línea, que debemos reaprender a valorar. Después de una apología de la gordura en Lucian Freud, volvemos a la “secuencia” de Picasso, tan generosamente representado en distintas épocas. Temible apasionado de las mujeres, modelos y/o compañeras, él las instala desnudas en sus dibujos, con la fluidez y las variaciones de un trazo agudo, inigualado en la modernidad. Llega a apropiarse risueñamente del “Almuerzo en la hierba” de Manet: así, nadie como él logró “reinterpretar la historia”, segundo cuestionamiento de la exposición. 

Disfrutamos varias imágenes de la famosa “Suite Vollard” entre lirismo y ternura, vigor y sensualidad, ¿y quién no se quedaría absorto ante aquella mujer acostada, cuyo cuerpo se adueña del espacio y parece encerrado en la jaula de una línea perimetral? Hasta el final, Picasso mantuvo la virtuosidad y una creatividad compulsiva.

La última sección de la exposición, “¿Cómo cuestionar el lenguaje?”, es, según nuestro criterio, la más difícil, pasando de la (de)figuración a una cuasi abstracción, eslabonando música, letras y gráfica. A manera de introducción, admiramos volúmenes preciosos, libros-objetos de Matisse ilustrando a Charles d’Orléans, y de Miró a Jacques Prévert, poetas visuales versus artistas de la palabra.

Un vasto lienzo realizado por medios mixtos y evocando una lluvia de signos, llama inmediatamente la atención por sugerir a la vez lo material e inmaterial. Forma parte de una conocida serie gráfico-pictórica de Cy Twombly, célebre pintor norteamericano. El crítico Pierre Restany dedicó frases emotivas a su expresión gráfica:”.. es poesía, reportaje, gesto furtivo, escritura automática, auto-afirmación, y su denegación también… no hay sintaxis ni lógica, sino el temblor de ser, un murmullo que va al corazón de las cosas”. Ahora bien,  él se aleja aquí del graffiti y los códigos del arte urbano.

La signografía de la brasileña Mirna Schendel es una forma de letrismo, jugando con palabras, tipografía y señales, mientras Leo Ferrari, de Argentina, ha compuesto una partitura fascinante, mímesis de la escritura musical. Comprobamos una ruptura con los lenguajes, pero un reacercamiento entre signo gráfico y signo lingüístico. El artista cuestiona el lenguaje –si no lo impugna–… queda saber si él conseguirá otra comunicación que no sea la cosa plástica y puramente visual.

Durante el trayecto y a cada pregunta “mural”, la receptividad de los visitantes es objeto de consulta, y parece que muchos se animan a escribir. Finalmente, dos pizarras, dispuestas para la expresión colectiva, se prestan para el desahogo de revelaciones e ideas sobre el arte moderno… una precipitación de garabatos, diseños y opiniones.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas