FABIO R. HERRERA-MINIÑO
Para los hindúes, el río Ganges está considerado por la tradición como el más sagrado de ese pueblo, en que sus cenagosas aguas, sirven para las abluciones religiosas de satisfacer sus creencias en sus dioses. Para los dominicanos, el río Artibonito, es el río sagrado que no se puede maltratar ni tocar, so pena que los haitianos eleven sus airadas voces de que se le está despojando de sus aguas.
El pasado viernes, en la comunidad de Pedro Santana, bajo el estímulo de la cooperación germano-canadiense y la santificación de las Naciones Unidas, se llevó a cabo una ceremonia para integrar la comisión que velará por la conservación de la cuenca y a la vez evitar de que el lado dominicano sea devastado por las escasas 350 familias que viven en la misma.
La asistencia de importantes funcionarios dominicanos, algunos haitianos y los embajadores canadiense y alemán, le dio un sello de importancia al acto. Es que los extranjeros lo ven como la última tabla de salvación del pueblo haitiano, de que las aguas del río Artibonito lleguen plenamente a través de la frontera. Esto sería para satisfacer las necesidades de un territorio devastado por siglos por una población que se le ha mantenido, desde 1804, en la ignorancia y la sumisión a tiranos sanguinarios cuyos actos terribles fueron padecidos también en el lado oriental por largos años antes de 1844.
Se ha determinado que el Artibonito junto con sus afluentes, como el Macasías, Joca, Tocino, etc., con este acuerdo en que los dominicanos deben velar por la cuenca, es lo único que queda para abastecer de agua al vecino estado, y por tanto, debe ser del usufructo casi exclusivo de los haitianos. Ya una vez construyeron la presa de Peligro, la cual ha perdido parte de su utilidad debido a que su embalse está casi repleto de sedimentos, fruto del arrastre de los mismos por las aguas superficiales que se registra en la cuenca.
Para los dominicanos, las aguas del Artibonito, apenas se pueden aprovechar en caudales mínimos para un regadío de subsistencia y abastecimiento de las pequeñas poblaciones ribereñas al río, de forma que el enorme caudal pese íntegramente al otro lado de la frontera para servirle agua a Puerto Príncipe y de riego a las llanuras que componen la parte central de territorio del vecino país.
El interés canadiense y alemán, de acudir en ayuda a los haitianos, es la primera acción positiva de que los grandes países podrían comenzar a abrir sus bóvedas del dinero prometido a Haití, que siempre se anuncia que será en una suma superior a los mil millones de dólares. Hasta la fecha, los responsables de la situación, apenas aflojan centavos para sostener una población que cifra su supervivencia en emigrar hacia la parte oriental de la isla. Aquí han encontrado sus medios de subsistencia y realizar tareas que le permiten dignificar sus vidas, aun cuando se acusa a los dominicanos de explotadores. La realidad es que el trabajador haitiano recibe sus salarios al mismo nivel de los dominicanos.
El río Artibonito, en su vasta cuenca, para el tamaño de la isla, constituye junto a los Yaques, el Nizao y el Yuna, los cursos de agua más importantes de la isla, y la alimentación de sus cauces desde el corazón de la Cordillera Central, refleja que pese a la deforestación de parte de sus cuencas, todavía hay esperanzas de que continúen siendo el sostén de la vida en la isla. Son ríos que los dominicanos han aprovechado de manera excelente por el sistema presas construidas en sus gargantas adecuadas para las mismas, mientras que el Artibonito, por más proyectos que han tenido los dominicanos para construir presas, se topan con el valladar de que es un río sagrado para el disfrute exclusivo de los haitianos, que sin sus aguas, estarían condenados a la extinción o volcarse masivamente hacia la parte oriental en oleadas incontenibles, buscando su salvación para no morir de inanición.
El interés internacional por el Artibonito tiene sus justificación, podría considerarse, bajo ciertos parámetros, como una ayuda para los dominicanos, de manera, que en su futuro, las aguas del río sean de utilidad para la frontera dominicana, que hasta ahora, las aprovechan escasamente en regadío de pocas tierras y abastecimiento de agua a poblaciones pequeñas. La culminación del aprovechamiento del Artibonito será cuando los gobiernos de ambos países de la isla preparen proyectos compartidos de presas que sirvan para producir electricidad para los pueblos fronterizos y acueductos y canales para esa región con dotaciones adecuadas del agua para el uso común, mejorando sustancialmente la calidad de vida de las comunidades allí existentes.