Sara Pérez es una excelente periodista que, lamentablemente, vive en los países, pero que mantiene ileso el cordón umbilical que la mantiene unida a la tierra que la vio nacer.
Sara le ha dicho, todo el tiempo, al pan, pan y al vino, vino. Sus artículos dominicales en El Nacional no se los pierde nadie que tenga de dos de frente para arriba. Y el del domingo 25 de abril no tuvo desperdicios.
Solo les voy a mostrar tres de los párrafos más «suaves» del citado artículo titulado, «El Gobierno que no nos merecemos» . Y sobre este título tengo algo que decir, al final de este.
Primer párrafo:
«Pasar revista a los escándalos, desaciertos, excesos y burradas del actual gobierno, es la de nunca acabar».
Segundo párrafo:
«Solo la lista de contratas semiclandestinas que tiene el gobierno con empresas de muy dudosa solvencia económica, daría para llenar la Enciclopedia Británica».
Tercer párrafo:
«No, yo no tengo una sugerencia precisa que hacer con relación a las elecciones del próximo 16 de mayo. Pero, de todo corazón, espero que Hipólito Mejía pierda. Porque es lo que merece y porque no quiero imaginarme en qué parará la República Dominicana si tiene que sufrir por cuatro años más la hemorragia económica e institucional a la que ese hombre y sus trucutuses tienen sometido al país».
¡Diablos! Con solo esos tres párrafos Sara Pérez pintó lo que ha sido el gobierno de Hipólito Mejía y su PPH para este país: la ruina, la desolación, la corrupción, la injusticia, la ineficiencia, la incapacidad, etc., etc. y muchos etc. más.
Ahora, con lo que no estoy de acuerdo con Sara, es en el título de su artículo: «El Gobierno que nos merecemos».
Sí que este pueblo se merece un gobierno y hasta peor, si lo hubiera. Yo, como la propia Sara, vimos en el 2000 a Hipólito Mejía como un hombre tosco, pero campechano; con pocas páginas «a la izquierda», pero sincero e incapaz de dejarse dominar por un grupo de bergantes cuyas ambiciones, cuya codicia, no tienen límites. Pero me equivoqué y le dí mi voto, como se lo dieron miles como yo y como Sara.
Pero, después de conversar con algunas personas en la cañada de Gaijimía, donde vive una multitud de campesinos que vino » a buscársela» a esta capital » sin encontrarla»; con gente que no ha conseguido nada y que, además, está pasando «un hambre de cuadritos» junto su familia, me dí cuenta de que como ésos individuos hay cientos, miles que, a pesar de todo, seguirán votando blanco.
Entonces, mi querida y admirada Sara, este pueblo tiene el gobierno que merece, salvo que el próximo 16 de mayo piense que hay que salvar del desastre total e irremediable al país y vote de otra forma. De la que sea, pero de otra forma.
Y ya veremos, Sara, si este país se merece un gobierno progresista, que saque al pobre del estado de mendicidad en que se encuentra, que trabaje efectivamente por el pueblo y meta a la cárcel, sin contemplaciones, a los ladrones y corruptos.
Si lo hace y el pueblo lo ve, entonces cambiaría de opinión y daría las disculpas más sinceras del mundo.
Entonces, Sara, hasta el 16 de mayo próximo, si Dios quiere.