No es suficiente para ascender al cielo la fama ni que se haya ganado muchos premios, sean literarios, periodísticos o artísticos. Ni siquiera basta con que la persona obtenga un contrato millonario, ni que tenga los mejores récords de bateos, de tenis, de golf, de ciclismo, o de cualquier otro deporte.
Eso tampoco garantiza la salvación de un alma. Lo que garantiza que una persona pueda ser salva y subir al cielo es que acepte a Jesucristo como su Señor y Salvador. Que entregue su corazón, por fe, que crea que Jesús murió en la cruz del calvario y resucitó al tercer día, y derramó su sangre para perdonar nuestros pecados. Solo eso, cuando se confiesa con la boca y se cree de corazón, entonces, tenemos el primer paso para llegar al cielo. (Romanos 10:9).
El segundo paso, el segundo toque, lo es mantener esa fe, y asegurar la santidad del alma y del corazón, sin contaminarse con la riqueza del mundo y sus placeres. Sin paz y sin santidad nadie verá al Señor, dice la palabra.
Una vez un rico le preguntó a Jesús que debía ser para ser salvo. Y Jesús le contestó, según el pasaje que está en la Biblia en el libro de Marcos, capítulo 10, versículo 19, que dice: Tú sabes los mandamientos: ‘No mates, no cometas adulterio, no hurtes, no des falso testimonio, no defraudes, honra a tu padre y a tu madre”.
Y dice la Biblia que el joven rico después que escuchó esa palabra, parece que se alentó, se entusiasmó. Porque le dijo que todo lo había cumplido desde la juventud. Hasta ahí todo iba bien, pero resultó que ocurrió lo siguiente: Jesús, mirándolo, lo amó y le dijo: “Una cosa te falta: ve y vende cuanto tienes y da a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; entonces vienes y me sigues”. Pero él, afligido por estas palabras, se fue triste, porque era dueño de muchos bienes.
El expresidente y muy querido amigo, Leonel Fernández, en su artículo del lunes 21 de abril del 2014, en otro matutino, al referirse al fallecimiento del escritor Gabriel García Márquez, apuntó: Ahora en estos días, se ha quedado inmóvil y sin aliento. Se ha despedido de nosotros, para como en los tiempos de Macondo, levitar su ascendencia al cielo, donde le corresponde estar, de manera imperecedera, por los siglos de los siglos, por ser un Gigante de América”.
Mi querido amigo: Jesús nos dice en Juan 14:6 Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. Y en 1 Timoteo 2:5 Dios nos ensena: Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre. Así que el ascenso al cielo es por la feen Jesús, no es por asunto de fama, ni de méritos literarios, ni posición social, económica o política.