El asesinato de la Cordillera Central y del país

El asesinato de la Cordillera Central y del país

El empeño del gobierno para darle inicio a lo que sería una nefasta carretera desde San Juan a Santiago, estaría colocando al país en el umbral de ver un asesinato ecológico y hasta humano, cuando se hiera mortalmente la Cordillera Central en todos sus parques y se produzca la devastación de miles de tareas de bosques vírgenes y bien cuidados para darle paso a una ruta innecesaria.

La prisa en darle inicio a una carretera asesina, es indicio de una grave terquedad oficial, en que ya con un guión pre-establecido por la prisa, como programa de gobierno inalterable, el mismo debe cumplirse a rajatablas, sin tomar en cuenta a los gobernados, ni los aspectos medio ambientales, y lo peor, no tomar en cuenta la factibilidad de una vía que no resiste un análisis serio de factibilidad.

Esa vía, acariciada por sectores tanto de Santiago como de San Juan, es ya un instrumento político de aparente alta conveniencia para el Gobierno, que estima construirla en dos años, dividiendo el contrato en tres secciones con otros tantos contratistas, de manera que se trabaje en tres frentes a la vez, sin saber lo que oculta esa cordillera con los abundantes recursos hídricos que son la savia de la nación.

Lo menos dañino para la vía propuesta sería si se incluyeran dos o tres túneles en su trazado de no más de 5 ó 8 kilómetros, en donde la garantía de suministro de energía permanente es vital, y aquí eso es imposible de garantizar, pues en caso contrario sería una locura pretender construirla toda a cielo abierto.

Los túneles de carretera han sido limitados en su longitud en todos los países. Solo en Noruega existe uno de 24,6 kilómetros cuyo costo fue de 125 millones de euros, pero tiene garantizado un servicio de energía eléctrica, posee rutas de escape y de retorno, hasta plazas para descansar y con una iluminación para que la vista no se altere y no se tenga la sensación de aislamiento. Por igual hace poco se inauguró otro túnel carretero en China cuyo costo fue de 425 millones de dólares y de 18 kilómetros de largo.

No contemplar, si es que la carretera se construye, la inserción de túneles en la vía, ese sería el error menos mortal, y una locura mayor es la inversión a cielo abierto que sería necesario realizar, ya que el daño ecológico sería irreparable y mortal para la región y el país. Y el orgullo que pudiera producirle a las autoridades ver esa obra terminada, con los despojos de una cordillera a sus pies, se transformaría en una penosa condena cívica para siempre de una nación que así como se sintió orgullosa de su presidente por la valiente actitud asumida en el II CELAC de La Habana, por igual lo hundiría en la ignominia por el crimen ecológico cometido en contra de una cordillera vital para la vida de los dominicanos.

Existen opciones más viables, y todas ya construidas, que requieren inversiones muchos menores a lo que se gastó por ejemplo en la hidroeléctrica de Palomino en Guayabal. Precisamente una de esas rutas sería de Constanza a Padre Las Casas pasando por Guayabal, con menos de 45 kilómetros. Otra sería la reconstrucción de la carretera Constanza a San José de Ocoa y por último la reparación, siempre anunciada pero nunca ejecutada, de la Carretera Internacional desde Pedro Santana en Elías Piña a Villa Anacaona, en Dajabón.

La locura de la vía Cibao-Sur no debe ser emprendida por el Gobierno. Creo que los obispos de Santiago y de San Juan, principales propulsores de la vía, deben reunirse con el obispo de La Vega, para que éste los asesore y los instruya de los daños ecológicos previsibles cuando a las montañas se les despoja de su vegetación y de los bosques, que es por lo que él lucha para que Loma Miranda quede como un patrimonio nacional; que no es de la dimensiones de los que son los parques nacionales de la Cordillera Central como el Marcano, el Bermúdez y el Tavárez Justo.

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