El colapso eléctrico que el domingo sumió en parálisis operaciones vitales de la terminal aérea de las Américas mueve a tener una incapacidad para capear emergencias con la obligada reserva de recursos técnicos y un mecanismo de reacción rápida. Alternativas que deben ser posibles en todo lo que tenga que ver con las conexiones por aire del país con el mundo. Con las complejidades y riesgos de la industria de la aviación, ninguna gerencia puede ignorar los mandatos trazados a nivel internacional para hacer absolutamente seguro y fluido el tráfico de vuelos y pasajeros por aeropuertos que en ningún momento deben quedar atrapados prolongadamente por ausencia de electricidad con posibles repercusiones sobre los sofisticados equipos electrónicos en que se fundan las operaciones aeroportuarias como acaba de sucederle al AILA. Los perjuicios a terceros generados por insólitas fragilidades de la terminal, con antecedentes de episodios parecidos, alcanzaron a miles de pasajeros en súbita incapacidad de viajar a sus destinos en el exterior con una diversidad de intereses abortados por causas ajenas a su voluntad y a la de las aerolíneas que ahora pueden eludir toda responsabilidad por lo ocurrido y hasta de la obligación de indemnizar a los viajeros por un masivo fracaso que ellas no causaron.
Puede leer: Cuando el río suena… mucho debe hacerse
Por el estricto cumplimiento de normativas de protección a los intereses de quienes usan las facilidades de la terminal deben responder también las autoridades aeronáuticas que han prometido investigar los antecedentes del mayúsculo apagón con el que nada tiene que ver la Distribuidora de Electricidad correspondiente aunque a lo que les procedía era velar previamente porque el lugar estuviera efectivamente preparado para contingencias de este orden. Independientemente de lo que corresponde indagar desde el punto de vista aeronáutico, los órganos de inteligencia del Estado están sobre el caso como corresponde. Adicionalmente el sistema aeroportuario nacional debe estar certificado para repeler incursiones de ciberataques como acaba de ocurrir contra varias de las principales terminales de Europa, incluida la de Healthrow, de Londres, la más transitada del continente europeo que experimentó retrasos y cancelaciones de vuelos. Igual ocurrió con los aeropuertos de Bruselas y Berlín