El asunto de las amputaciones

El asunto de las amputaciones

Luego del fatal terremoto que maltrató al hermano pueblo de Haití el 12 de enero pasado, el asunto de reflexionar sobre el tema de las amputaciones de miembros o partes de estos, ha tomado vigencia.

Cuando me enteré de que el hospital donde laboro como supuesto jefe del servicio de Cirugía Plástica y Reconstructiva había enviado a ocho o catorce médicos residentes de ortopedia al hospital público de Jimaní, y que éstos reportaban que estaban haciendo muchas amputaciones, me inquietó la idea de que en algunos casos pudieran excederse, como es de suponer que ocurre en eventos como ése, y luego de hablar con la dirección del mismo que llenó mi vehículo, con todo lo que los muchachos decían por teléfono que les hacía falta para seguir laborando, brinqué todos los protocolos burocráticos y me dirigí para allá donde me encontré con un hospital rodeado por una gran multitud y abarrotado por dentro por cientos de pacientes colocados en las más diversas condiciones, desbordando el número de camas, en el piso de todos los pasillos, y entre ellos agachados aquí y allá, a nuestros muchachos haciendo curas, revisando cosas, evaluando, etcétera.

Tanto éstos, como los que estaban laborando en la sala de cirugía, en dos mesas quirúrgicas, con muchas precariedades a pesar de los alardes del gobierno y de la prensa que quiso ignorar esos y otros detalles, se sintonizaron de inmediato con el propósito de nuestra presencia, y me llevaron a ver y evaluar a un gran número de pacientes. Habían aprendido de la importancia de nuestra especialidad y de otras en la evaluación de muchos de estos pacientes que se realizan cotidianamente en el Hospital.

Pero desde que comenzamos a evaluarlos, antes de reemplazar a los colegas en el quirófano dado el estado de en que se encontraban, nos dimos cuenta de que todas las lesiones en las extremidades eran por traumas y aplastamiento, y presentaban hinchazón o edema e infección, así como un grado variable de necrosis o muerte tisular.

Que el grado de necrosis o muerte de tejidos producidos por los traumas y aplastamientos era lo que en realidad planteaba las amputaciones, que tenían y debían hacerse, altas, o sea a ciertas distancia de la zona infectada, hinchada y necrosada, y que este punto de vista – que es bastante general en este análisis médico – no había dejado de ser visto con claridad por los residentes, salvando la vida de numerosos pacientes, y que ante situaciones dudosas, cerradas, en las cuales estaba solo presente el edema o hinchazón con un aparente compromiso vascular que se manifestaba con temperatura más baja y cambio moderado de color, lo que había hecho era liberarlas de la presión que ejerce la piel sobre el contenido muscular y vascular de las extremidades, haciendo numerosas incisiones de relajación y fascietomía.

Así como que ante las necrosis limitadas y dístales, en muchos casos debía procederse retirándolas, liberando al cuerpo de estos focos sépticos, ver esa primera intervención como un desbridamiento y dejar la solución quirúrgica final para más tarde. Tomar un tiempo para promover que se redujera, tanto la infección como la hinchazón, lo cual permitiría una solución final provechosa para el paciente.

Todavía hoy a un mes de sufrir las lesiones, estamos manejando fragmentos de miembros que podrán ser salvados, en los cuales las infecciones han sido llevadas a su mínima expresión, pero el edema, la hinchazón persiste, aunque más moderadamente, imposibilitándonos intervenirlas.

Las leyes de la naturaleza que rigen a nuestro cuerpo y sus particularidades así como su relación con el factor tiempo, actúan; nosotros, reducidos a manejar pacientemente estas situaciones, tendremos la última palabra. Por lo que he visto pienso que antes que preocuparse por las amputaciones realizadas, debemos hacerlo por los amputados y su reinserción social y congratularnos por el acierto y las capacidades médicas y de entrega demostrada en un área de trabajo que a pesar de la fanfarria de los medios no poseía, aparte del personal humano, los equipos necesarios para realizarla de la mejor manera, ni brindaba ningún tipo de seguridad sanitaria ni para los pacientes, ni para los mismos médicos que no podían saber cuáles de estos eran portadores de algún tipo de Hepatitis, Sida u otras enfermedades de esas características, tan abundantes en nuestros países.

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