El aterrador lenguaje de los furgones

El aterrador lenguaje de los furgones

Con la producción agrícola en el país se ha creado un círculo vicioso que, paradójicamente, se ha hecho más gigantesco con las “ayudas sorpresas” gubernamentales porque no se ha roto la secuencia quiebra-préstamos-producción o súper producción sin salida-más pérdidas-más préstamos y peor quiebra para los productores que gritan al gobierno para que les compre o subvencione los precios de las cosechas y es el cuento de nunca acabar.
Recientemente vi un anuncio tragicómico de un grupo de agricultores dando las gracias al gobierno por haber aportado un préstamo para la siembra de plátanos, que fue tan exitosa, que la súper producción permitía vender los racimos hasta a 10 pesos. El problema, por lo menos para mí, era que se trataba de una comunidad tan alejada de la capital, que si hubiese querido aprovechar el precio, el gasto en combustible iba a multiplicar varias veces el costo del racimo y lamentablemente no soy comerciante ni tengo capital para comprar cientos o miles de racimos para consumo nacional o exportación, esta última, palabra clave para romper el círculo vicioso mencionado y de paso fortalecer la economía nacional.
Siempre se ha planteado que si un país importa más (en nuestro caso muchísimo más) que lo que exporta, su déficit en la balanza comercial se convierte en tragedia económica, de ahí que el hecho de que los numerosos furgones que circulan por nuestras vías casi nunca están cargados con productos para exportación, sino de mercancías e insumos importados, comprados con dinero que el gobierno tomó prestado sin saber cuándo ni cómo lo va a pagar, es un signo aterrador, señal evidente de nuestro oscuro y fatal porvenir.

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