El ausente de la campaña de Hipólito Mejía

El ausente de la campaña de Hipólito Mejía

Los que damos seguimiento al acontecer político nacional echamos de menos en la campaña electoral anticipada en que nos hallamos las realizaciones, reales o ficticias, que pueden contarse a favor de la gestión encabezada por el ingeniero Hipólito Mejía durante el período 2000-2004.

 Para nada el candidato Mejía habla de lo que fue su gobierno, lo que se hace muy notorio en  nuestro medio, acostumbrado a que todo el que ha ejercido el cargo de presidente del país enarbole, cuando aspira nuevamente a esa función, las que han sido sus ejecuciones.

Ahí tenemos los ejemplos del doctor Joaquín Balaguer y sus seguidores, quienes en las campañas electorales de 1982 y 1986 no se cansaron de destacar las obras de sus gobiernos.

 “Esto lo hizo Balaguer”, “Esta es la obra de Balaguer”, decían y mostraban lo que consideraban ejemplos de las realizaciones de su líder.

 Otro caso nos los proporciona el doctor Leonel Fernández, quien en la campaña de 2004 le metió por ojos y oídos a todo el que pudo sus célebres elevados y túneles junto a la incorporación de las computadoras como instrumento de enseñanza y aprendizaje en nuestro sistema educativo.

Algo parecido aconteció en la campaña de 2008 con el Metro y la estabilidad macroeconómica.

Cuando aspiraba a la vicepresidencia de la República en el año 1990, además de destacar que él y José Francisco Peña Gómez, a la sazón candidato presidencial, representaban “el café con leche de la política nacional”, el propio ingeniero Hipólito Mejía  enarbolaba las que consideraba sus obras en la Secretaría de Agricultura durante el período encabezado por Antonio Guzmán, de 1978 a 1982.

Hipólito Mejía se autocalificaba de ser el mejor secretario de Agricultura que había tenido el país y destacaba para avalar la afirmación sus acciones para enfrentar el desastre causado en nuestros campos por el ciclón David (septiembre de 1979).

Este recurso lo utilizó en la campaña de 1999-2000.  Sin embargo ahora ni él ni sus colaboradores se refieren al gobierno que encabezó.

Es como si esa gestión no fuera parte de nuestra historia política, como si le tuvieran miedo o, en el mejor de los casos para su causa, como si consideraran innecesario referirse a ella.

Ningún candidato presidencial gana con los votos duros que le garantizan su partido y sus relaciones primarias y las de sus relacionados inmediatos. 

Es necesario agenciarse el apoyo de los indecisos y de los simpatizantes “pálidos” de otras causas.

Y los mejores argumentos de que puede valerse un aspirante que ha ejercido la presidencia de la República, para que se crea en la bondad de sus promesas, se los proporcionan sus realizaciones, si las ha tenido.

Bien harían el ingeniero Hipólito Mejía y sus colaboradores en arañar en los 48 meses que gobernó, que suman 208 semanas, y exponer de lo que encuentren sus aportes a la vida nacional.

Si quiere que se crea en lo que dice hará, debe presentar lo que hizo, y algo debe de haberse hecho en 1,460 días de ejercicio del poder.

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