El autismo en la política dominicana

El autismo en la política dominicana

JOAQUÍN RICARDO
La política dominicana contemporánea, especialmente después del surgimiento de la tercera fuerza mayoritaria que logró romper con el esquema bipartidista que había predominado desde la fundación de la República, está salpicada de matices que la hacen colindar con otras áreas del saber. Decimos esto, luego de observar detenidamente la conducta que exhiben los selectos integrantes de la casta que nos gobierna.

La actitud asumida por funcionarios actuales para con la población a la que se deben, desde el más humilde hasta el más ensoberbecido y fatuo, lleva a uno a reflexionar y a pensar en que el autismo hizo su nido en la presente administración y en muchos de sus integrantes.

El autismo, según expresa Friedrich Dorsch en su diccionario de psicología, publicado por la Casa Editorial Herder, radicada en Barcelona, en 1991, viene del griego autos, que significa “si mismo”. Sinónimo del pensamiento autista. En el lenguaje común, “estar sumido en ideas y ensoñación”. Bleuler introdujo este concepto en la psiquiatría para designar el pensamiento fantástico, ensoñador, afectivo-impulsivo, indisciplinado y también ilógico que aparece especialmente en la esquizofrenia y al que acompaña una conducta predominante replegada sobre sí misma y apartada del medio ambiente. Hay que agregar que el autismo no es una enfermedad sino más bien un desorden del desarrollo de las funciones del cerebro. Los casos más severos son caracterizados por un comportamiento extremadamente repetitivo, no usual, autodañino y agresivo.

Al ver las actuaciones, repito, de aquellos que deben servirle al pueblo, he llegado a la conclusión de que los que tienen en sus manos el rumbo del país, padecen esta enfermedad, es decir, este trastorno de las funciones cerebrales.

Sólo de esa manera, se explicarían las constantes afirmaciones de que “e’palante que vamos” y “la economía dominicana tuvo un crecimiento el pasado año que superó las expectativas del Gobierno, colocándonos en un sitial privilegiado entre las naciones del continente”.

Los peledeístas viven en su mundo de ensueños, mitos y fantasías. En esa perorata politiquera, los que ejercen las funciones públicas están ajenos de los sentimientos de otros sectores de la vida nacional hacia ellos, del impacto negativo que su comportamiento tiene en los demás, otra señal de autismo. Viven en su cosmos, una especie de realismo mágico, donde la instalación de un metro se lleva de encuentro los jardines del Teatro Nacional y las vibraciones que produce su acelerada construcción pueden terminar infligiendo daños estructurales a esta obra del pueblo dominicano que erigió con fondos propios del Estado, sin mendigar préstamos internos y externos, el doctor Joaquín Balaguer.

Resulta más que obvio que las prioridades del pueblo dominicano no coinciden con las del gobierno. La construcción del metro, ensoñación del gobernante, fruto de una visión faraónica de las prioridades de la sociedad dominicana, se ha tragado los fondos de la seguridad social que no ha podido arrancar justamente por falta de recursos, mientras el sector productivo camina hacia la quiebra por los constantes apagones. En la construcción de esta fantasía del reino mágico interactúan compañías de triste y doloroso recuerdo para nuestra nación. La empresa Alstom Transporte se encuentra dentro del grupo que participa en la supuesta licitación que ha de definir quién suplirá los vagones del tren. Esta compañía es la misma que le vendió de grado a grado en el año 1998 a la Corporación Dominicana de Empresas Eléctricas (CDEEE), cinco plantas turbogas que aunque las mismas se encuentran debidamente instaladas, no pueden ponerse en servicio debido a su elevado costo operativo. Los autistas erogaron la friolera de US$90 millones que se hundieron en el mar proceloso de la ineficiencia y de la corrupción.

Mientras los que nos gobiernan viven en su reino mágico, la falta de empleos, el escaso poder adquisitivo de la moneda nacional, la continua falta de energía eléctrica, la inseguridad ciudadana, la indetenible ola de violencia que estremece al país, a contrapelo de las Harley Davidson, los paquetes fiscales, no reforma, la insaciable voracidad fiscal del gobierno, el misterioso precio interno de los combustibles, en alza permanente, al igual que la tarifa eléctrica, el enfrentamiento entre los poderes del estado, auspiciado por la prepotencia gubernamental, la inseguridad jurídica que prevalece en el país, el alza inducida del dólar estadounidense de 29 a 35 en los últimos tiempos, así como el incremento de los productos básicos de la canasta familiar, provocan en la ciudadanía grandes angustias y problemas que se han traducido en un aumento de la agresividad ciudadana, lo que debilita la calidad de vida de los dominicanos y dominicanas. Sin embargo, e’palante que vamos con la construcción de un metro. Aún más, mientras todo esto ocurre, los autistas que nos gobiernan luchan con su dificultad de aprendizaje y el pueblo recibe a cambio apagones de veinte horas, pérdida de empleos, el derrumbe del aparato productivo nacional y, como si todo lo que he dicho no fuera suficiente, el problema haitiano repercute negativamente en los asuntos internos del país, producto del torpe manejo que le han dado al mismo las autoridades.

Reina un pesimismo generalizado y no sólo del que nos hablaban Américo Lugo y José Ramón López. Existe el temor de que el pueblo, harto de tanta ineficiencia, de tanta prepotencia, de tanto sectarismo y de tanta corrupción estalle.

Sólo nos resta esperar el resultado de las elecciones congresuales y municipales con la firme convicción de que en las mismas, con la fuerza del voto, el pueblo ponga a los autistas en el lugar que merecen.

En este mes de la patria, me permito reproducir algunos de los ejemplos dejados por el patricio Juan Pablo Duarte, convertidos en fórmulas preceptivas; me refiero al Decálogo Duartiano, publicado en el libro de don Pedro Troncoso Sánchez, “La Faceta Dinámica de Duarte y el Decálogo Duartiano”. Según establece el autor el Decálogo sería el siguiente: I) Amarás a tu pueblo, II) Prepararás tu mente para servirle, III) Trabajarás sin desmayo por el bien de la Patria, IV) Serás valeroso en el servicio de la Patria, V) Enseñarás y dirigirás a los compatriotas necesitados de orientación, VI) Actuarás con justicia y tacto, VII) Pasarás de la idea de bien a su realización, VIII) Defenderás la absoluta soberanía de tu pueblo, IX) Serás honesto en el manejo de bienes públicos y X) Pondrás siempre tu persona al servicio de la Patria y viceversa.

Sugiero a mis conciudadanos que observando el actual estado de las cosas, y el comportamiento de los autistas que nos gobiernan se pregunten si nuestras autoridades cumplen con alguno de estos mandamientos políticos del Fundador de la República, porque en cambio lo que advertimos es el incremento de un discurso agresivo y desconsiderado, como el pronunciado nada más y nada menos que por el presidente de todos los dominicanos en la reciente proclamación de los candidatos que llevará el partido oficial a las elecciones congresuales y municipales del venidero 16 de mayo, propio de un activista político más que de un Jefe de Estado.

Comparto plenamente las reflexiones vertidas por don Américo Lugo en el segundo párrafo de la primera parte de su libro A Punto Largo, cito: “Política es amor y tolerancia. Gobernar es amar, porque gobernar es dirigir la educación de un pueblo; y no educa quien odia ni gobierna quien no pone sobre su cabeza a unos, junto a su pecho a otros y en sus rodillas a la generación naciente. Gobernar es tolerar, porque es armonizar las partes que forman el todo; y no armoniza quien segrega, ni gobierna quien no suma los intereses, afectos y opiniones del ciudadano más humilde a los de todos los demás interesados”.

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