El autoritarismo rige el modelo democrático RD

El autoritarismo rige el modelo democrático RD

Aunque parezca una contradicción, la democracia dominicana está sellada por un autoritarismo que, sin visos de violencia, se expresa a través de una cultura personalista vigente en todas las estructuras del Estado.
Así lo consideró Anselmo Muñiz, director de Investigación y Estadística del Instituto de Investigación Social para el Desarrollo (ISD), quien afirma que ante esa realidad el ciudadano percibe que el progreso solo es posible mediante conexiones con el poder político.
El investigador social emitió esos juicios en el Almuerzo del Grupo de Comunicaciones Corripio, donde analizó las debilidades de la democracia a partir del estudio “Imaginar el futuro. Ciudadanía y democracia en la cultura política dominicana”.
Muñiz expresó que en cada época el personalismo adquiere diferentes manifestaciones, “y en este momento, ante las grandes desigualdades la gente se queda esperando una figura salvadora, un papá, y cada liderazgo presidencial se va construyendo con esa idea”.
“Eso tiene mucho que ver con la idea de que los partidos no plantean un proyecto político sobre la base de demandas concretas, los partidos tratan de seguir el modelo “atrápalo todo” , entonces ningún partido representa políticamente las demandas de la población”.
En ese contexto explicó que el modelo democrático dominicano se reduce a que se imponga la ley y a la permanencia de una práctica clientelar desde el poder.
“Pero esa es una legitimidad muy precaria, por lo tanto la ciudadanía no respeta la autoridad del Estado porque lo ve como un gran pastel donde hay dos o tres “tutumpotes” que se lo reparten todo”.
Muñiz destacó que una de las dicotomías que presenta el estudio es que el 76% de la población cree que la democracia es preferible a cualquier otro sistema, y más de un 75% quiere un gobierno de mano dura.
“Pero cuando se cruzan ambas variables tienes que casi el 56% de la población apoya la democracia pero quiere mano dura”.
Al hacer esa precisión destaca que el discurso político dominante, que se instauró en el país a mediados de la década de 1990 con la llegada del PLD al poder, se trata el sistema democrático como un mecanismo para eliminar el desorden y hacer cumplir la ley.
“Eso ha permitido que se reviva esa idea trujillista de mano dura y que se mantenga bajo una fachada democrática”.
Sobre el mismo tema se expresó Lety Melgen, economista e investigadora del ISD, quien planteó que “si la democracia es ley y orden de la única manera que lo podemos resolver es con mano dura, pero si la democracia es respeto, derechos, justicia, equidad económica y social eso resuelve con proyectos políticos que lleven a la lucha política esas demandas”.
Sin confianza en el Estado. Carlos Morel, director del ISD, explicó que los resultados del referido estudio político, realizado en el 2016, reflejan los altos niveles de desconfianza que tiene la gente sobre las instituciones del Estado, aunque la figura presidencial aparece como una excepción.
“En esa encuesta la figura presidencial apareció con un 66% de confianza, y el mismo partido de Gobierno, a pesar de que tiene una baja confianza, con alrededor de un 44%, duplica en confianza al Congreso Nacional”.
Morel planteó además que en la sociedad dominicana se da un extraño fenómeno respecto a la democracia y el cumplimiento de la ley, porque no se castiga -con el rechazo en las urnas- al político que la incumple.
En ese orden la economista e investigadora Aris Balbuena afirmó que “la gente ve la democracia solo en términos procedimentales, y no por contenidos; no hay una confrontación de proyectos políticos, sino una ecuación técnica de que se cumpla la democracia desde la perspectiva de la ley”.
Reto democracia. Ante las debilidades que presenta la democracia el principal reto que tiene el país es el surgimiento de partidos políticos que representen verdaderamente a los distintos segmentos de la sociedad, afirmó Melgen.
Muñiz refirió que el fortalecimiento de la democracia depende de las clases medias, porque las democracias no se sostienen por conciencia moral. “En los países donde hay grandes desigualdades es muy difícil que la democracia se consolide porque el poder económico de algunos se traduce en influencia política”.

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