Aunque la lógica y un simple ejercicio elemental indican que en el presente proceso electoral al país lo que le conviene es que haya un equilibrio en el Congreso Nacional, lo cierto es que, dadas las condiciones actuales, el Partido de la Liberación Dominicana-PLD- logrará llevar a las cámaras legislativas una cantidad muy considerable de senadores y diputados.

La razón es simple.

El PLD, al tener el control del Estado en sus manos, dispone de recursos cuantiosos. Y es algo que no han desaprovechado y para lo que no se han guardado siquiera las apariencias.

Vehículos de altas potencias llenos de combustibles, comedores económicos, planes sociales a vapor, botellas, bono gas, bono luz, repartición de cosas y empleo a última hora forman parte de las estrategias que siempre han usado los peledeístas y sus aliados.

Esta condición ventajosa y aplastante ha dejado a la oposición sin capacidad de competir al no poder responder en la misma magnitud.

De hecho, la oposición en término numérico es débil. La mayoría de los partidos claudicaron ante la tentación de las ofertas de la gestión Leonel Fernández.

Parece que no nos estamos dando cuenta del gran daño que esto significa para la democracia dominicana.

¿Dónde están y que dicen las organizaciones internacionales llamadas a observar el comportamiento democrático de estos países?

¿No es como para alarmarse el ver a un Presidente y un partido que de manera avasallante lo están arropando todo en el país?

Creo que estamos ante una dictadura, aunque con la modalidad del respaldo popular. El doctor Fernández está aprovechando hasta más no poder la idiosincrasia de un pueblo que ha sido enseñado a sucumbir ante el poder, los placeres y el dinero.

¿Se le puede llamar a esto democracia?