El ave nacional

El ave nacional

BONAPARTE GAUTREAUX PIÑEYRO
Los mecanismos de la democracia fallan, en muchas ocasiones, porque se coloca en los puestos públicos a personas que no merecen tales distinciones debido a su falta de respeto a la moral, a las leyes, a las buenas costumbres. Pero si malos son quienes incumplen, peores son quienes no los sancionan por faltar a la Constitución, a las leyes, a la escala moral. Por una y otra razón no cumplen con su deber quienes tienen la responsabilidad de satisfacer necesidades y obligaciones tales como la educación, la salud, el cuidado del medio ambiente, la administración de las leyes. Eso es fatal para la sociedad.

Especialmente en sociedades donde el “tanto tienes tanto vales” se impuso desde que la cáfila, una parte que se arriesgó y la otra obligada, acompañó los viajes de Colón y los primeros que se realizaron entre España y los “nuevos territorios”.

Aventureros de la peor calaña, gentuza, maleantes, moradores de la sentina social, carne de presidio, se ha enseñoreado en la sociedad actual y luego de bañarse, empolvarse y asearse con un poco de perfume, andan en los salones exhibiendo fortunas habidas al amparo del contrabando, el asesinato y toda suerte de violaciones a las leyes.

Esa gente es la que pone los gobiernos.

Esa gente es la que confirme aquel refrán que dice “por la plata a bailar el mono”.

Y uno lo ve, lo saluda, convive con ellos y muchas veces no conoce de sus hazañas delictivas.

Esta semana hay dos grandes escándalos que, por supuesto, hacen olvidar los de la semana anterior y los de la tras anterior y paro de contar.

Miles de millones de pesos desaparecen de los libros de la Tesorería de la Seguridad Social como si se tratara de un viaje en una de las mágicas alfombras voladoras de las Mil y Una Noches.

Como algunos avances científicos de los que disfruta el mundo aquí se convierten en retrancas para el desarrollo, ahora dicen que “María estaba lavando y se le acabó el jabón”, que la digitación, que la computadora, que el programa y cualquier otro intento de burlarse de la inteligencia de todos.

Es cierto, el papel lo aguanta todo y mientras no haya justicia, seguiremos despeñadero abajo.

La denuncia de que equipos de Obras Públicas contribuyeron a talar miles de pies de caoba en la zona norte demuestra el amor al medio ambiente. ¿Árboles? Para sacarle todos los cuartos posibles, no importa quién los siembre ni el daño que se haga.

No puedo responder a una pregunta que me ronda desde que leí ambas informaciones: ¿Es que los protagonistas carecen de padrinos? Porque cosas peores pasan y la opinión pública no se entera.

Recordarlo siempre: somos el país donde de un hombre se dice: ése tíguere es un león. Cuando se pesca un tiburón de tamaño fuera de lo común se dice: Dios mío ¡qué pájaro tan grande! Por eso se me ocurre proponer que declaremos al caimán como al ave nacional, ya que “las cosas de se caimán, no tiene comparación, come queso, come pan y toma tragos de ron”. Y para remates: rompe todos los récords de natación y “se va para Barranquilla”.

Mientras luchamos para llegar el día de la justicia, mezclemos el credo con piedras.

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