El ayer y el mañana sanitario mundial. La constante y persistente tendencia del mundo moderno a enfatizar los valores materiales en la actual sociedad del consumo, lleva a que mucha gente bien intencionada, piensa erróneamente que lo más importante en la vida es la mercancía. La relevancia social de un individuo tiende a medirse en base al sitio donde vive, calidad de los artículos de compra, marca de ropa y calzado que viste, hoteles y restaurantes que frecuenta, así como los colegios y universidades donde se educan los hijos.
La pandemia de la Covid-19, reconocida por la Organización Mundial de la Salud a partir de marzo de 2019 ha obligado a repensar y reformular algunos conceptos que hasta ese momento eran dados como absolutos. La prolongada cuarentena impuesta con la intención de reducir las cifras de infectados y fallecidos a causa del Coronavirus nos cambió el estilo de vida.
El uso obligatorio de la mascarilla, la continua higienización de las manos, el distanciamiento social y cambio en el modo de saludarnos se nos vino encima como un terremoto sin preaviso. La paralización de algunos renglones básicos de la actividad económica del mundo generó miedo e incertidumbre a nivel universal. La rápida adaptación a la nueva realidad habla de la alta capacidad del Homo sapiens para sobrevivir a las catástrofes. Los distintos sistemas de salud fueron sometidos a duras pruebas con resultados que fluctuaron entre un total colapso y resurgimiento con el éxito de las vacunas y nuevos medicamentos antivirales.
La educación implementó a nivel global las aulas virtuales con éxitos variables. Las actividades financieras aceleraron y ampliaron el comercio y la banca electrónica. Las universidades instauraron la docencia en línea como modelo transitorio alterno para responder a la parálisis en la formación de los futuros profesionales. Es probable que muchas de las técnicas virtuales de discusiones científicas persistan más allá del período de la pandemia.
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Las ciencias de la salud se verán obligadas a modificar radicalmente sus arcaicos modelos de enseñanza, sustituyéndolos por otros que respondan con efectividad a la nueva realidad que el cambio climático y la pandemia han creado. Debemos entender que el tiempo de transformaciones biológicas del mundo microbiano se ha venido acortando con variantes mutantes múltiples y continuas. Las vacunas reducen su efectividad y requieren de dosis de refuerzo en periodos cada vez más cortos.
Muchos de los que cifrábamos las esperanzas en que se conformaría un coro mundial para disponer los recursos necesarios para darle jaque mate a la pandemia, vivimos la desilusión de la triste realidad representada en la desviación del dinero para la compra de armas mortíferas a consumir en los conflictos armados del Medio Oriente, África y más recientemente Ucrania.
Fondos en abundancia para la guerra en el mundo; recursos insuficientes para combatir la pandemia, endemias y epidemias. Esa es la triste realidad sanitaria de ayer y de hoy.
Soñamos con un mejor futuro para la humanidad: cambiemos la guerra por la salud de toda la humanidad.