El azar: el buen humor de la inteligencia divina

El azar: el buen humor de la inteligencia divina

¿Existen fuerzas aún desconocidas en el universo? Al igual que el arriba o el abajo, en el espacio el peso no existe, es solo en función de la masa y la fuerza de gravedad que ésta ejerce. En el “vacío” inter espacial todo “flota”, el peso es solo posible cuando la distancia entre los cuerpos y el volumen de su masa justifica entre estos la atracción gravitatoria. ¿Cómo pues podría una determinada concentración de masa retener el peso, si ese elemento es en función del volumen de esa masa, que en el caso de los Black Holes iría empequeñeciendo su proporción al extremo de un colapso virtual de la materia, al punto de que ni siquiera la luz podría escapar?… y por otro lado, la gravedad solamente existe si es en función de otro cuerpo que atrae o es atraído. ¿Se impondría la gravedad intrínsecamente en un corpúsculo infinitamente solitario de protones y electrones hasta el colapso final? ¿Podrían estas micropartículas retener peso tan enorme, ¡El peso de la creación! en medio de aquel catastrófico proceso de disolución de la materia?….¿Danzan en el microcosmos las interrogaciones del macrocosmos? ¿Es el microcosmos el extremo opuesto o el destino retroactivo y final del macrocosmos? El respetado Stephen Hawking planteó la aparición, luego del Big Bang, de los mini black holes, constituidos por una enorme acumulación de elementos de alrededor de un billón de toneladas de masa concentrados en el espacio de un protón, basándose en que la intensidad de la fuerza de gravedad sobre la materia en los black holes sobrepasa la velocidad de la luz, secuestrando una cantidad inconcebible de energía y materia y señalando aspectos que sugieren similaridades entre la Relatividad de Einstein, en cuanto al comportamiento del cosmos y la desconcertante Mecánica Quántica del microcosmos….¿Qué tantas sorpresas desconcertantes nos guarda este universo?… El Caballero sonríe enigmático….

Se ha planteado que solamente en esas etapas futuras de contracción galáctica y como consecuencia de este fenómeno teórico de reversión o degradación de la arquitectura del cosmos, y la aproximación relativamente posible de los mundos, serían presumiblemente factibles los viajes interplanetarios o intergalácticos, dando por sentado que el hombre ya habría creado la necesaria tecnología para atravesar esas distancias. El planteamiento se hace patético porque, sombría y absurdamente, ocurriría cuando ya estuviese la creación en camino hacia una catastrófica e inevitable destrucción. Esta parte tenebrosa de la teoría está planteando, si me han seguido con cuidado, el colapso y desaparición del Universo, cosa difícil de entender, si asumimos que el Universo es infinito en su expansión. Luego la succión tendría que ser igualmente infinita, mas allá de la inmensidad de la materia aportada por el Big Bang, lo que nos llevaría de nuevo a la inexistencia inmaterial de “la nada”, anterior a la creación, al mismo estado ¿mecánico o divino? donde entendemos, debería interpretar la ciencia, Dios detonó su “caprichoso entretenimiento” para iniciar el tiempo… la creación… o un simple juego para librarse el aburrimiento. ¡Alguien está equivocado!.

El montaje acomodado de la Explosión Primigenia (Big Bang) se establece como el principio del tiempo… si damos por sentada su certidumbre. No olvidemos que a los científicos les da grima pensar, y todavía más, explicar, ¿qué existía o que no existía, un segundo antes del comodín del Big Band?. Esta explosión teórica tendría sus límites, lógicamente, en los bordes de su propia expansión, no en las fronteras infinitas de la Creación, que no tiene fronteras, porque para que sucediese la Explosión Primigenia y su consecuente expansión, ya el espacio infinito tendría que haber existido. ¿Quién sonrió?… La desaceleración de la materia en los confines del universo y su contracción para justificar la teoría de los Black Holes, o en contrario, el absurdo de un universo finito, son solo algunas de tantas teorías macabras indemostrables. De hecho los astrónomos ya han encontrado evidencias de que la expansión del cosmos está acelerándose mas bien que frenándose, lo que rescata nuevamente el universo de las contradictorias especulaciones científicas y lo coloca en las risueñas prestidigitaciones del Azar Divino, entendido que la extensión escapante de la materia en los confines del universo se produce, sin que la ciencia se atreva a intentar explicación, sobre un espacio, repetimos, que existía no solo antes de la Explosión Primigenia, sino desde siempre. ¿Quién lo creo?… ¿Es un relámpago o un guiño malicioso?.

Lo lógico es asumir que Dios no pudo haber creado la maravilla del universo ni al hombre como un entretenimiento caprichoso, para luego destruirlo. En el proceso hacia la depuración bíblica del hombre, la perfección no es elocuente en aquel primer acto del drama edénico, por el contrario, resalta lo imperfecto en los inicios pecaminosos de aquel albedrío paradisíaco humanamente vulnerable. La intención divina debería ser entendida, en una síntesis de depuración lenta desde ese inicio, hacia una gran civilización cosmo universal guardada hasta el final de las edades, en una cuasi perfección futura, redimida, que transforme en la probeta atemporal de los millardos, la materia maleada en su expresión lamentable de esta etapa, en un ser altamente superior, intelectiva y espiritualmente terminado, realmente esculpido en cuerpo y alma a su “Imagen y Semejanza”, un hombre que habría dejado atrás finalmente las fronteras del cuestionamiento terrenal de la lógica científica y asumido en toda su dimensión el poder ilimitado de la inteligencia integrada a la Fe. No en el principio de aquella simbología edénica y vivencialmente inobediente, sinó al final de una síntesis plena de las edades y del ser que le habría dado razón y sentido. Lo contrario desconcertaría el carácter de infalibilidad en la fertilidad coherente de la inteligencia divina. Parecería una aberración malcriada, una incoherencia poco adulta y… el Caballero… tiene sus años.

Dramáticamente tenemos que admitir descorazonados que la aceleración teórica de la materia, aquellas velocidades (300,000 Klm. por segundo) para alcanzar otros mundos, sencillamente desintegraría esta materia mucho antes de llegar su punto crítico. A los niveles actuales de nuestra elaborada tecnología no se vislumbran ni remotamente tales posibilidades. Habrá que esperar impacientes durante millones de millardos hasta lograr una nueva y temeraria tecnología o aguardar que estos extraños extra sujetos, protagonistas de telenovelas de ciencia ficción, rompan su huraña timidez y se decidan a compartir sus egocéntricos conocimientos científicos con los retrasados habitantes del planeta Tierra. No es para reírse pero… ¿El hipo puede ser divino?.

La desaparición Apocalíptica de nuestro Sistema Solar no es solo una ineludible premonición bíblica, se trata de una ecuación tenebrosamente científica. La catástrofe anunciada en las Sagradas Escrituras: El Juicio Final, se cumplirá con toda la furia llameante del cataclismo profético. Ese sol que vemos es un enorme fósforo que minuto a minuto va consumiendo su masa incandesente y se va apagando en la medida en que combustiona lujuriosamente su materia. Su dimensión se va reduciendo y su tamaño se hará tan pequeño que no compensará la fuerza de gravedad suficiente para mantener en equilibrio la rotación de los planetas a su alrededor. Gradual pero inevitable sobrevendrá el catastrófico desquiciamiento apocalíptico. El terrible final es entendible: mundos enloquecidos que entrechocan y estallan con furia desbocada, explosiones huracánicas horribles viajando a latigazos con sus lenguas de vomito hirviente en un cielo infernal, llameantes cometas heridos de muerte, brasas enfurecidas y maldicientes de aerolitos abofados enceguecidos, lunas de ojos brotados con venas agrietadas al rojo vivo entre borbotones insólitos y bolas monstruosas de lava espesa, vientres volcánicos rugientes diabólicamente desproporcionados en una carnicería abortante entre escombros de planetas descabezados, aterrados en un tétrico infierno cataclísmico solo para ser dantescamente interpretado y contemplado… desde muy lejos. No se asuste, todavía tiene tiempo para divertirse o reencontrarse. La tierra tardará cerca de mil billones de billones de años en chocar con el sol. Solo que el Caballero tiene sus exigencias mínimas para el juego final…desde ahora y sin distingos. Por algo la seguridad celestial nunca ha aceptado pases VIP, y, y tómelo en cuenta por favor, las entradas no se pagan precisamente con dinero.

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