El azogue del espejo

El azogue del espejo

En el año 2002 escribí un artículo titulado: “Política cochambrosa”. El tema central del escrito era el deterioro del crédito público de los partidos políticos en Venezuela. Tanto el Partido Acción Democrática como el Partido Social Cristiano habían sufrido una notable erosión de su prestigio colectivo. En esa atmósfera social, de desencanto frente a la conducta de los líderes políticos tradicionales, surgió el Polo Patriótico que llevó al poder al coronel Hugo Chávez. Los dos partidos principales de Venezuela se atrevieron a establecer un pacto para que sus líderes siguieran medrando, cualquiera que fuese el resultado de las elecciones. A ese pacto se le llamó de “Punto Fijo”.

Punto Fijo era el nombre de la finca de uno los dirigentes venezolanos, donde tuvo lugar el encuentro de partidos para firmar el pacto. A esa situación de complicidad entre partidos, aparentemente antagónicos, se le llamó en Venezuela “la conchupancia”. Un arreglo formal para chupar juntos del erario. De este modo, unos y otros “garantizaban” enriquecimiento e impunidad. La irritación popular fue creciendo lentamente, hasta el extremo de provocar la demolición de los partidos que habían “forjado la democracia”, tras del derrocamiento del dictador Pérez Jiménez. La hermosa tradición del escritor Rómulo Gallegos, del líder de masas Rómulo Betancourt, no pudo evitar el colapso de los viejos partidos.

Malas artes, trampiñuelas, negocios ilícitos, malversaciones, contratos onerosos con empresas extranjeras, fueron jalonando el camino de la decadencia de aquellas organizaciones políticas, anteriormente pujantes y respetadas. Sus “méritos históricos” se volvieron sal y agua; y un nuevo panorama político comenzó en Venezuela a partir de entonces. Como se trata de sucesos recientes, no es necesario abundar en los detalles. El descrédito de los políticos es hoy un fenómeno mundial; las noticias de unos países influyen sobre otros.

En la República Dominicana están operando en este momento movimientos parecidos; tan lentamente, que para muchos son imperceptibles. Los cambios en el liderazgo político, en el estilo del proselitismo, son mutaciones “tardígradas”, pero inexorables. Después de la muerte de Trujillo, en cuadros sucesivos: Viriato Fiallo, Juan Bosch, Peña Gómez, Balaguer, PRD, PLD, constituyen una película que no ha concluido todavía. Ojalá no nos empecinemos en mirarnos únicamente del lado azogado del espejo.

 

Publicaciones Relacionadas

Más leídas