El bacá y el caballo

El bacá y el caballo

Eusebio Rivera Almodóvar

Se me ocurrió desviarme de los temas habituales (política, sociología, corrupción, delincuencia, etcétera) y hablar sobre los dedos “cinqueños” o supernumerarios que algunas personas tienen como malformación congénita y que, según leyendas locales, son protecciones naturales contra los “bacás”, criaturas malignas que atacan a animales y humanos y que se atemorizan y huyen al ver un ser humano con algo “anormal” como uno o más dedos adicionales que actúan como amuletos, talismanes o resguardos, contra esos seres diabólicos.
Asocié la anterior leyenda con la impresión que me produjo la escultura de un caballo frente a un majestuoso edificio comercial, denominado Downtown Center, en un sector de clase media y alta de Santo Domingo, sobre todo por el hecho de que el artista que lo creó, por cualquier razón que no puedo explicarme (perdonen mi ignorancia) lo diseñó con una notabilísima falta de proporcionalidad entre la cabeza, el lomo y las extremidades, resaltando, sobre todo, que, de la cola al cuello, la distancia es tan corta que parece que al ensamblar la escultura le faltó un segmento del centro de la obra y, tratando de explicarme lo que, a mi juicio, era un fallo de la escultura, me reí pensando que tal vez al artista le divertiría conocer la leyenda de los bacás y aceptar que su caballo, sin él proponérselo, sirve de amuleto al edificio contra los ataques de malos espíritus y catástrofes naturales.
No puedo escaparme de mí mismo; soy un animal político y se me hizo imposible concluir esta colaboración sin preguntarme ¿quién es o será nuestro bacá para el 2020 y quién será el caballo que nos protegerá?

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