El bálsamo del amor

El bálsamo del amor

MAURO CASTILLO
El amor es un sentimiento, es una respuesta conductal que existe en casi todos los animales racionales e irracionales. Pero en las mujeres y los hombres como entes racionales que somos tienen una connotación de gran magnitud desde la infancia hasta los estados de la madurez.

Cuando se proyecta, se expresa o se manifiesta a los demás, se ha dicho que adquiere condiciones tan poderosas que es capaz de curar todas las afecciones que agobian a los seres humanos, cubriendo la mayoría de los trastornos afectivos, que van desde la depresión hasta los estados delirantes (interpretación errónea de la realidad) y los psicosomáticos (falsas enfermedades físicas).

Por eso se le ha llegado a llamar el gran bálsamo de la humanidad, que es capaz de hacer desaparecer todas nuestras dolencias o enfermedades físicas y hasta las penas del alma, que en ocasiones son tan desgarradoras que pueden llevar al suicidio.

Se ha determinado que durante la infancia ese bálsamo del amor en abundancia convierte a los niños en seres siempre saludables, les desborda la alegría en sus ingenuas expresiones, destacándose la curiosidad y el desarrollo de una inteligencia sobresaliente, que siempre se refleja en sostenidos éxitos escolares y sociales pudiendo alcanzar los limites de la genialidad.

Este tipo de amor que se establece entre padres e hijos fue llamado por el gran filósofo español José Ortega y Gaset “El Amor Filial” en su Obra Clásica “Tratado Sobre el Amor” y completa la interesante clasificación con el amor fraterno, que trata de las relaciones afectivas establecidas entre hermanos y amigos y finalmente el amor erótico, que es el amor ligado al Dios Eros de los antiguos griegos, que vincula a cada pareja en el hermoso acoplamiento heterosexual atraído por la sublimidad de ese momento cumbre que genera placeres paradisíacos y hace vivir a cada pareja emociones, sublimizadas que van desde lo fisiológico hasta las fantasías de un mundo onírico.

Ese bálsamo del amor puede tener fuentes divinas para los seres humanos, quienes a través del dogmatismo de la fe religiosa desarrollan un elevado nivel de credibilidad hacia ese Dios que en el caso de nosotros los cristianos es Jesucristo, quien nos ama y nos protege de todas las calamidades incluyendo las enfermedades físicas o mentales, lo que nos permite disfrutar de una gran seguridad y paz interior que nos libera de todos los temores eventuales que nos pueden a todos los seres humanos acosar en un mundo plegado de peligros generados por la naturaleza misma (ciclones, terremotos, etc.) o por lo propios hombres descarriados por las drogas, alcohol o sus conductas temerarias (accidentes de vehículos, disparos al aire con armas de fuego, etc.).

En el mes del amor y de la amistad tenemos la esperanza de que prevalezca el amor y la paz entre toda la familia dominicana para el bien y la alegría de todos los hombres y mujeres sensatos de nuestro país.

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