El Banco Central Europeo es un regulador bancario más audaz

El Banco Central Europeo es un regulador bancario más audaz

RALPH ATKINS
Ha sostenido mucho el sistema bancario de Europa; ha intervenido en mercados de bono del estado. Empujó – exitosamente – para la publicación de las «pruebas de estrés» en los bancos y ha embarcado propuestas audaces para la reforma política de la moneda única de 11 años de edad. Al mismo tiempo, su presidente ha estado presionando incansablemente a los políticos para que tomen acciones de emergencia y abracen la disciplina fiscal.

Para una institución supuestamente dedicada solamente al aburrido, pero esencial papel de luchar contra la inflación, el Banco Central Europeo ha estado muy ocupado.

El sostenido aumento de su influencia está entre los cambios más dramáticos, forjado en el paisaje económico de Continente por las crisis de los últimos tres años. Anteriormente, la imagen del BCE era la de un banco central violentamente independiente centrado en combatir la inflación, cuyos instintos cautelosos encajaban con la adormilada atmósfera en Fráncfort, su pueblo natal.

Durante su reunión mensual para establecer las tasas de los tipos de interés, es escaso el campo de acción financiera en la que el BCE no esté implicado, ya sea luchando lado a lado – o dirigiendo – a los gobiernos para restaurar la estabilidad de la eurozona. Su política monetaria – estableciendo los tipos de interés oficiales y haciendo predicciones délficas acerca de los posibles movimientos futuros – atrae poca atención. En su lugar, el BCE ahora impone atención global por sus crecientes y controversiales políticas y medidas para el manejo de las crisis – pasos que determinarán el destino de la eurozona y afectarán perspectivas económicas mundiales. El riesgo es que no hay marcha atrás.

«El BCE se ha convertido en un tipo de mini-Fondo Monetario Internacional para Europa – proporcionando liquidez para salvar el sistema, pero sólo cuando sus condiciones son cumplidas,» dice un observador del BCE establecido en  Washington.

En Alemania, cuyo Bundesbank conservador fue el modelo para el BCE, crecen los temores de que su expandido rol enturbié sus prioridades. «La inflación no es un problema ahora, y no lo será el año próximo – lo que está absolutamente claro. Pero un día un auge económico verdadero vendrá, y el BCE ha movido más cerca a los políticos – su misión se ha tornado más complicada,» dice Jörg Krämer, economista jefe en el Commerzbank.

El BCE ha abierto la caja de Pandora, agrega Thorsten Polleit del Barclays Capital en Fráncfort. «El riesgo más grande es que la inflación de la eurozona sea mucho más alta de lo que las personas pensaron o se imaginaron en el comienzo de la unión monetaria. Si las políticas actuales son continuadas, hay una amenaza verdadera de una degradación de la moneda».

La cercana omnipresencia del BCE es el resultado de circunstancias económicas excepcionales. La Reserva Federal de E.U. y el Banco de Inglaterra también han cambiado al modo de lucha contra la crisis. Pero la transformación del BCE –  resultado de un vacío dejado por los políticos – nunca fue previsto por los arquitectos de la eurozona, y por los choques con el punto de vista tradicional de que el rol de un banco central debe ser cuidadosamente programado con anticipación.

El cambio de carácter fue completado durante unos pocos días dramáticos en mayo, un tiempo de actividad intensa y rápida para  Jean-Claude Trichet. El presidente del BCE, que como director del Banque de France en los años noventa ganó una reputación anti inflación para empatar con cualquier Bundesbanker, es un veterano de crisis financieras globales que vuelven a los años ochenta.

Antes de mayo, las medidas de la emergencia del BCE se centraron en satisfacer  las demandas de liquidez de los bancos de la eurozona. Utilizando la estrategia de  «soporte mejorado de crédito», actuó como intermediario entre bancos que estaban muy asustados para prestarse dinero entre ellos.

Sin embargo, como la crisis sobre las finanzas públicas de Grecia se esparció ese mes, Trichet dirigió al consejo directivo del BCE a pasos mucho más audaces. Primero, el 3 de mayo, le tiró a Atenas una cuerda salvavidas anunciándoles que aceptaría los bonos del estado griegos en sus operaciones para proveer liquidez, sin importar lo mucho que las agencias de calificación de crédito los degradaron.

La acción fue justificada porque una Unión Europea y paquete de rescate de FMI habían sido acordados para el país, así que fondos del BCE estarían a salvo. Pero el movimiento rompió con los votos del banco de no favorecer a un país de la eurozona sobre otro.

A pesar de que los actos del consejo se mantengan en secreto, ha quedado claro desde entonces que antes de mayo el consejo consideró un paso inaudito adicional: intervenir en los mercados de bonos del estado para aliviar las tensiones y asegurar que funcionaran. Para el 6 de mayo, cuando el consejo se reunió en Lisboa, ese momento casi había llegado.

La compra de activos por bancos centrales para apoyar los mercados y estimular la economía no ha sido controversial en E.U. ni en el  R.U. Pero los críticos del BCE creen que comprar bonos del estado aunque sea a pequeña escala enturbian las políticas monetarias y fiscales, favorecen el fiscalmente irresponsable y arriesga convertir la eurozona en una «unión de transferencia» en la cual la naciones más ricas apoyan a los rivales más pobres – todos los cuales están contra los términos bajo los cuales los alemanes pensaron que se habían unido el euro en 1999.

Durante una calurosa y ruidosa rueda de prensa en un complejo de artes de Lisboa,  Trichet dijo a periodistas que la compra de bonos no había sido discutida en la reunión del consejo del BCE. Lo que era técnicamente correcto – la compra de bonos no habían sido formalmente incluidas en la agenda del día. Pero tuvo cuidado de no descartar nada. Al ser preguntado si el BCE estaba preparado para reaccionar flexiblemente al aumento de las tensiones del mercado financiero, él respondió: «Sí, señor». El consejo está «permanentemente alerta».

Sin embargo, cuando volaba hacia una cumbre de la eurozona en Bruselas,  Trichet estaba determinado en que los gobiernos deben, primero, deben ir aún más lejos que antes tomando medidas por sí mismos. Durante los últimos tres años, él «ha jugado un papel político que ha arqueado las cejas con frecuencia de esos familiarizados con la manera en que el presidente del Bundesbank operaba», escribe Peter Ludlow, un analista que hace la crónica sobre las cumbres de Bruselas, en su recuento de los acontecimientos de mayo. «Entre bastidores, por teléfono o cara a cara, él ha sido una fuerza a ser tenida en cuenta incluso por las cabezas de estado o gobierno más poderosas».

Una contienda temprana vino unas pocas semanas después del desplome de Lehman Brothers en septiembre del 2008, cuando el Trichet intervino directamente en reuniones de gobierno en Bélgica para asegurar el rescate de Fortis, un grupo  bancario y de seguros transfronterizo. En abril de este año, él presionó personalmente a parlamentarios alemanes en Berlín para apoyar el plan de rescate para Grecia.

Entre la frenética actividad en Bruselas el fin de semana del 8-9 de mayo, un trato implícito fue golpeado: hasta que los políticos no tomen pasos que satisfagan al BCE  el banco central no revelará su propia respuesta a la crisis de la eurozona. Nicolas Sarkozy, presidente francés, es un entusiasta de la acción del BCE, reflejando la fe de su país en el activismo económico dirigido por el gobierno. Angela Merkel, canciller alemán, respetó la libertad del banco central para decidir por sí mismo. Ostentando su independencia – garantizada en un tratado de la U.E. – funcionarios del BCE fueron preguntados repetidas veces lo que planeaban. Ellos nunca dieron una respuesta directa.

En horas tempranas del lunes el 10 de mayo, los Ministros de Economía europeos revelaron una estrategia de rescate para la eurozona de 750 mil millones de eurs  ($940mm, £620mm), incluyendo que un mecanismo europeo para la estabilidad financiera actúe, en último caso, como un prestamista.

Sólo entonces anunció el BCE que extendería su programa de soporte mejorado de crédito y – más crucialmente – empezar a comprar los bonos del estado para «asegurar la profundidad y liquidez en ésos segmentos de mercado que son disfuncionales». A pocas horas, España y Portugal habían anunciado medidas fiscales de austeridad, adicionales y significativas.

La audacia del BCE ganó elogios más allá de la eurozona. La carga de que la institución basada en Fráncfort había perdido su «virginidad política» fue rechazada por Adam Posen, miembro externo del comité de la política monetaria del Banco de Inglaterra, que establece los tipos de interés. «No sólo diciendo sí, sino iniciado, la clase correcta de compras de bonos bajo las circunstancias correctas forma parte de ser un adulto responsable al formular políticas” dijo en un discurso en el mes pasado en Nueva York.

«Cuando se mira cómo la crisis se ha desarrollado, la falta de respuesta por parte de los gobiernos y el tiempo que tomó para que los políticos actuaran creó un vacío – y el BCE lo ha estado llenando,» dice Paul De Grauwe de la universidad de Leuven de Bélgica.

 El BCE tiene la pericia técnica y la amplia perspectiva sobre Europa requerida para a tratar una confusión rápida del mercado financiero.

No obstante, el programa de compras de bonos fue polémico dentro del consejo del BCE, el cual se reunió mediante tele­conferencia el domingo el 9 de mayo. Romper con su tradición de tomar decisiones alcanzando un consenso sin votar, una minoría registró formalmente sus objeciones.

 Axel Weber, presidente de Bundesbank, advirtió públicamente sobre los riesgos de inflación; otros hubieran preferido discutir otras alternativas. Las objeciones del Weber llamaron atención particular porque Berlín desea que él llegue a ser la cabeza del BCE en noviembre el año próximo, cuando expira el término no renovable de ocho años del Trichet.

Las cifras

750 mil millones de euros  (940mm dólares, 620mm libras esterlina)   fueron los recursos que se dispusieron para el rescate de la eurozona el 10 de mayo de parte de los  Ministros de Economía europeos, incluyendo que un mecanismo europeo para la estabilidad financiera actúe, en último caso, como un prestamista.

Editado por Hoy

VERSIÓN AL ESPAÑOL DE MARIA DEL CARMEN MARTÍNEZ

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