El bemol de los dominicanos

El bemol de los dominicanos

LEO BEATO
Marta Fajardo, barahonera empedernida y de pura cepa, se pasaba la vida desentonando el viejo bolero «Toda una vida…la pasaría contigo». Sin embargo, cuando le preguntaban

«¿Como tu tà?» (no «¿cómo tu andas?», como dicen los cubanos con desparpajo como si todos fuéramos unos judíos errantes) siempre contestaba en sí-bemol: «Adió carijo…¿y tu cree que e fácil? Eto no ta fácil no» (dos negaciones seguidas por si acaso además de poner el pronombre antes del verbo contrariamente a lo indicado por la gramática. Este giro idiomático y este cantaíto solamente se escuchan en Dominicana. Es como en el Cibao profundo cuando le preguntas a un paisano cualquiera si su problema ya está resuelto y éste contesta en cibaeño clásico: «Bueno, ello dique iban a dí pero no juén nà» (un galicismo fonético inconfundible que equivale a afirmar que «tó tà iguai que ante». Ese «ello dique» proviene de»ils dit»-ellos dicen, otro galicismo rampante.

Según expertos en el área lingüística cada pueblo (cultura) tiene su cantaíto como cada maestrillo tiene su librillo. Por ejemplo, el caraqueño habla desde las entrañas, inconfundible, aparentemente muy seguro de sí mismo (por lo menos hasta que llegó Chávez). El cubano tiende a expresarse en Do de pecho como un gallito kikirikí, de ahí su actitud abierta y despachada (antes y durante Fidel Castro). El dominicano, sin embargo, habla en bemol (en medio tonos) como si lo estuvieran agarrando por los testículos, del cuello para arriba como los tenorinos de la época de Aída. Parece estar cantando aquel merengue cibaeño clásico «Ay tingo- ay tingo…ay tingo talango…me tán apretando». Es que para el dominicano desde que nace su vida no es fácil (¿y tu cree que é fácil, eh?). Esa ha sido su experiencia además de los treintiún años de dictadura cuando si hablaba mas de la cuenta- ¡ay mamacita!-le limpiaban el pico (otra expresión muy dominicana) además del matriarquismo explícito escondido en la frase. ¿Por qué no decir «ay, papacito?»

Pero regresemos a Marta Fajardo quien, además de «toda una vida» desentonaba en creol medio-cantando su poesía favorita, también en sí-bemol: «Ne sé kí sé. Matén pagnol, midí francé, apré anglé, nuí haitien, minuí dominiqué. Né sé kí sé. No sé quién soy, por la mañana español, al mediodía francés, después inglés, al caer la tarde haitiano y a la media noche dominicano. No sé quién soy. Y continuaba desentonando: «Ma ví kalamité. Ma fú moví ke ví comsà». Mi vida es una calamidad y mas vale estar muerto que vivir así. ¿Si o no?

Si estudiamos la historia inmediata del pueblo dominicano, como la mayoría de los pueblos latinoamericanos, éste ha sido su perfil sico-social debido al entorno económico de dependencia crónica donde la realidad cotidiana es una eterna batalla y donde jamàs se le ha garantizado la mas mínima subsistencia. Escribía un estudioso de la antropología cultural: «El pueblo dominicano es un pueblo mezclado, confundido culturalmente y ésto se refleja en su manera de expresarse y en su entonación lingüística (fonética) en medio-tonos, no en tonos completos, diáfanos. Hasta que no se enfrente abiertamente a su realidad étnica al lado de Haití, que sí es una raza pura netamente africana enclavada en América, el dominicano sonará siempre temeroso de su realidad sico-social proyectándose en expresiones atípicas. Habla cantando sin querer queriendo como el Chapulín Colorado. Diciendo que sí cuando en realidad lo que quiere decir es que no». ¿Y qué será del resto de América?

¡Ay mamacita! ¡Ay papacito!

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