El BIBERÓN
¿cuánta leche debe tomar el bebé?

El BIBERÓN <BR>¿cuánta leche debe tomar el bebé?

A diferencia del seno, que debe ser ofrecido  al lactante cada vez que lo demanda, el biberón debe ser racionado en tiempo y cantidad. Es decir que, muy contrario a la costumbre, los bebés alimentados con biberón no comen cuando quieren  ni la cantidad que quieren, sino que la leche que toman debe ser medida conforme a la capacidad de su estómago.

La capacidad del estómago del bebé se determina de acuerdo a su peso y la leche debe ser ofrecida “en un tiempo adecuado e intervalos regulares para que el bebé digiera y asimile la cantidad ofrecida”, según explica el pediatra intensivista Edgar Allan Vargas.

“La capacidad gástrica se calcula aproximadamente de 20 a 30 ml por kilogramo de peso. Por ejemplo:  un bebé que pesa  7 libras al nacer (lo que equivale a 3.1 kilos) tendrá una capacidad gástrica  aproximada de 60 a 90 ml, unas 2 a 3 onzas. O se puede calcular de una forma sencilla: su edad en meses + 2 = número de onzas. Se debe tomar en cuenta que además deglute aire que lleva a distención. Si pasamos esa capacidad estaremos sobredistendiendo ese estómago”.

¿Por qué se debe limitar la cantidad de leche en biberón?  En los primeros días de nacimiento la pobre succión del bebé hacen que tenga hambre con más frecuencia. No es posible saber la cantidad de leche que el seno produce ni la que el bebé succiona al ser amamantado, además de que ésta depende de cuánto el bebé pueda succionar y el tiempo que dure pegado al pecho.

Pero cuando se ofrece biberón sí se conoce la cantidad y es preciso limitarla para evitar problemas de salud que aparecen cuando el bebé es sobrealimentado. “Si la cantidad de leche no sobrepasa la capacidad gástrica, evitaremos que el bebé regurgite, vomite o presente reflujos. Esta condición es muy frecuente cuando después de haberle alimentado le  llevamos a la cuna y el niño comienza a saborear, hacer caretas o a rumiar (tragar comida que ha devuelto del estómago), o presenta un llanto persistente que puede deberse a la carga ácida del contenido alimentario que ingirió y cuyo excedente devuelve como vómitos que irritan su esófago”, explica Vargas.

Cuando esto sucede y se acuesta al niño, es posible que haya alimento en las vías aéreas y provoque una bronco-aspiración, que al principio se manifestará con tos y dificultad respiratoria por el ácido que entra al pulmón; esto  podría ser fatal.

El especialista del Centro Médico UCE y el Hospital Luis E. Aybar observa que muchos jóvenes presentan condiciones como  diabetes y sobrepeso y afirma que en muchos casos estas son consecuencias de una alimentación desordenada en la infancia, por lo que recomienda a los padres regular la comida de los niños a una edad temprana.

“Si no sobrepasamos la capacidad gástrica, no provocaremos reflujos, evitaremos bronco-aspiraciones, llevaremos un crecimiento adecuado en talla y peso, garantizando una buena nutrición y evitando la obesidad y trastornos endocrinos en el futuro”, comenta Vargas. 

‘Babysugar’, el bebé que come mucho

A veces el bebé es sobrealimentado, pues las madres o familiares interpretan que cada vez que llora es porque tiene hambre. El pediatra indica que esto conduce a lo que muchos llaman “babysugar”, que es la sobrealimentación con fórmulas y agregados que llevan a sobrepeso, lo que a la larga retrasa el desarrollo motor del bebé, ya que no tiene fuerza suficiente para manejar el exceso de masa en su cuerpo.

 “Si el bebé ha sido lactado dándole  un tiempo adecuado en cada seno o si se le ha dado la cantidad adecuada de leche en el biberón y mantiene llanto, debemos pensar que la causa del llanto no es hambre. Este llanto puede ser por gases no eliminados, cólicos provocados por los mismos gases, frío, calor, aburrimiento, incomodidad por pañal mojado o sucio, falta de cariño o cualquier otra razón que no necesariamente es deseo de comer. 

Debemos saber que los bebés tienen un reflejo de búsqueda al recibir estímulo en la región perioral en los primeros meses de vida y esto se confunde con frecuencia con hambre. Aunado al reflejo de succión frente a ese estímulo, si son estimulados en esta zona, aún estando llenos y satisfechos, seguirán succionando. Esto no es hambre”, aclara Vargas.

LAS FRASES

Dr. Edgar A. Vargas


«Mamá, aprende el lenguaje de  tu hijo. Él se comunica contigo por el llanto unas veces, otras por sonrisas. No siempre que llora significa que tiene hambre. Calma la ansiedad, busca por qué llora y verás que entendiendo el llanto crecerán».
 
«Un niño más gordo no es más sano. Desde temprano evitemos dos males que ahora nos azotan, como la  obesidad y diabetes».

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