El bobo un transmisor
de infecciones

El bobo un transmisor<BR> de infecciones

El bobo es un utensilio relacionado a los niños incluso desde antes de nacer, siendo usado como un icono representativo de los niños de poca edad. Esto se evidencia de manera acentuada en nuestro país, donde los bebés reciben un bobo desde su nacimiento. Lo que quizás no se imaginan los padres es lo peligroso que puede resultar un inofensivo “bobo”, posible causante de  infecciones locales, gastrointestinales o del  sistema nervioso central.

Todo empieza por la boca

El chupete o mamila, como también se conoce, es un instrumento de alto riesgo para la salud del bebé, según explica el doctor Emilio Mena Castro, director del hospital infantil Robert Reid Cabral.

“El bobo es un elemento a través del cual el niño puede infectarse. Esas infecciones pueden ir desde locales a nivel de la mucosa bucal y las encías hasta infecciones de amígdalas, pasando también por infecciones gastrointestinales”, dice Mena.

El  pediatra explica que las infecciones adquiridas a través del bobo pueden ser provocadas por virus, bacterias o parásitos, y que se trata de un problema común. Los niños que usan bobo presentan más problemas de gastroenteritis y deshidratación que los que no los utilizan, y en la mayoría de los casos los padres no identifican al chupete como el agente causante de la infección.

Pero no se trata de enfermedades extrañas. El sapito, una afección común, es una de esas infecciones locales que se presentan en la mucosa que pueden ser causadas por el uso de bobos y que suelen agravarse por infección con hongos. El doctor Mena añade que esta situación producida por un hongo es lesiva para el niño pues bloquea su dinámica habitual de alimentación: puede comenzar a perder peso,  el apetito y consecuentemente desarrollar lesiones que permitan el acceso de las bacterias a mayor distancia, incluyendo el sistema nervioso central.

Los niños que usan bobo también son propensos a padecer de una infección del oído llamada otitis media, pues al realizar la acción de chupar y succionar puede permitir el paso de sustancias a la cavidad del oído  medio.

También deforma los dientes. Además de propiciar el contacto con agentes contaminantes, el bobo también es un deformador de la arcada dentaria.

Los daños inician desde temprana edad con la primera dentición que comienza a partir de los seis meses y puede prolongarse mucho más. “Los problemas comienzan con  la utilización continua del bobo, porque cuando el niño no encuentra el bobo termina utilizando el dedo y ahí se complica mas la situación. Es por eso que ves a muchos niños con la arcada dentaria, y especialmente la mandíbula superior, deformada”.

Recomendaciones

“El bobo es un recurso que utilizan los padres para aquietar a los niños, pero no es necesario porque el niño se puede aquietar con otras estrategias”, apunta Mena y hace las mismas observaciones para el “rascador de encías” al cual considera también como un elemento riesgoso y contaminante. Aunque todos los niños pasan por la “etapa oral”, donde quieren llevarse todo a la boca, dice que esta es una fase transitoria en el crecimiento y desarrollo del bebé, y por lo tanto llegará un  momento en que no sentirá el deseo de hacer estas cosas.

“La recomendación es que no utilicen ninguno de estos artefactos en la medida de lo posible, porque es mejor evitar la situación que puedan poner en riesgo la vida del niño que uno decidirse por lo más cómodo y fácil. Siempre que podamos evitar este tipo de conducta y comportamiento lo lógico es que lo hagamos”.

Ser higiénico no es suficiente

Los riesgos de contraer enfermedades a través del bobo se incrementan cuando éste es manejado por personas poco cuidadosas. El doctor Mena reconoce que puede haber madres muy cuidadosas y que utilicen el bobo con el mínimo de riesgo, pero insiste en que la regla es no utilizarlo porque es un instrumento transmisor de enfermedades. Aunque sea manipulado con cuidado “el aire está lleno de agentes microbianos tipo virus, bacterias, fundamentalmente”, que pueden contaminar el chupete.

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