El buen discurso de Danilo y la apuesta del PLD

El buen discurso de Danilo y la apuesta del PLD

En el acto de su proclamación, Danilo Medina ha pronunciado un excelente discurso, con fino tacto ha reafirmado sus posiciones que sobre diversos temas nacionales elaborados desde hace mucho, conjuntamente con sus más cercanos colaboradores. La naturaleza del acto lo obligaba a reafirmar sus posiciones y al mismo tiempo asumir su rol de candidato de su partido y de su gobierno.

Medina ganó la batalla por su nominación prácticamente sin pelear con su adversario interno, por lo que más que una victoria, fue una suerte de empate lo que obtuvo y por esa razón en el acto de proclamación no le quedaba otra opción que no fuera la de asumir toda la responsabilidad de un gobierno en franco desgaste y con una enorme tasa de rechazo.

Sin embargo, lo asumió con dignidad, con sutiles mensajes de diferenciación del estilo y opciones políticas del presidente Fernández, sin cambiar la esencia de lo que públicamente había dicho y con intención de asumir tanto su nuevo rol de candidato como el significado de la dimensión  de su liderazgo dentro de su partido. Consciente de que la fecha del 20 de mayo próximo puede ser definitiva para la consolidación o para el inicio de la extensión de su liderazgo.

Su discurso no tuvo el alto grado de acritud que siempre acompaña las declaraciones de los dirigentes del PLD cuando se refieren al PRD, pero al referirse a Hipólito Mejía, sin pronunciar su nombre, lo descalificó con los mismos y viejos prejuicios que sirven de argumentos a la militancia peledeísta de todos los niveles para descalificar al PRD: que son la personificación de la incompetencia, el caos y el desorden.

Con esa descalificación, a pesar de su tendencia hacia la mesura, Medina asume lo que es la esencia de la apuesta de su partido: esperar que Hipólito Mejía cometa errores garrafales que determinen su caída del alto lugar que ocupa en la medición de intención de votos, según encuestas incuestionables. Apuesta a una supuesta incompetencia de Mejía, a pesar de que acuciosos analistas valoran su gran capacidad de comunicarse con la gente y su inteligencia política.

La alta dirección del PLD se ha forjado en permanente campaña de descalificación del PRD y eso se radicaliza en los procesos electorales. Por eso, instintivamente, esa dirección tiende a inclinarse por una campaña sucia, inviable en la presente coyuntura, debido a que si a ella recurre, la real y altamente percibida corrupción será más usada por  Mejía como arma de defensa contra la misma.

Medina no está fuera de combate, a pesar de que  carga con el peso muerto de su gobierno y la enorme desventaja que tiene frente a Hipólito, pero de poco le servirá apostar a los esperados errores de éste y a la referencia de una experiencia no vivida por la presente generación, su única posibilidad radica en una campaña fundamentada en su discurso. No le queda otra, a pesar de que ese discurso lo elaboró tratando de diferenciarse de un gobierno que él sabe no ha sido bueno y que ahora asume. Un problema de difícil solución.

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