El buen ladrón
Los bienes colectivos no pueden ser distraídos en beneficio de grupos

<STRONG>El buen ladrón</STRONG><BR>Los bienes colectivos no pueden ser distraídos en beneficio de grupos

Hace aproximadamente tres décadas, un líder político dominicano me impresionó profundamente cuando declaró, sin tapujos, que había distraído dinero de la institución que administraba para repartirlo a los compañeros de su  partido y proclamó, además, que si se le ofrecía la oportunidad, lo repetiría.

Muchos dirigentes gremiales y políticos han seguido ese ejemplo erigiéndose en benefactores de los compañeros regalando el dinero de las instituciones que dirigen, con la novedad de que aplican con precisión matemática el adagio: El que reparte y reparte, le toca la mejor parte.

La gradación de los ladrones “repartidores” comprende tres categorías principales: a) Roba, reparte y no coge; b) Roba, reparte mucho y coge poco, y c) roba, reparte poco y coge mucho, siendo esta última la más delincuencial y lamentablemente la más practicada, porque los ladrones de nuevo cuño entienden que el hecho de “repartir” borra el carácter delictivo de coger lo ajeno.

La parte más interesante del análisis anterior es que muchos políticos, en especial algunos que acceden a las posiciones públicas, habitualmente reparten lo que han robado del patrimonio colectivo; es decir que no toman el riesgo de Robin Hood que robaba a ricos para repartir a pobres, sino que lo que pertenece a todos los ciudadanos lo toman para repartirlo entre compañeros, familiares y amigos, sin tocar un solo centavo de sus bolsillos, los cuales han llenado previamente en forma inaceptable, grave y asquerosa, distribuyendo solamente aquello que no les hace falta o les sobra para cubrir apariencias.

Los bienes colectivos no pueden ser distraídos en beneficio de ningún grupo y cuando un “buen ladrón” lo hace, merece una buena y prolongada cárcel. 

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