Este domingo, meditamos el pasaje del Buen Pastor en Juan 10, 11 – 18. Jesús aborda el tema del liderazgo. El liderazgo corrupto se caracteriza por no respetar la institucionalidad, “quien no entra por la puerta del corral de las ovejas, sino por cualquier otra parte, es un ladrón y un salteador” (10, 1). Y añade, “el ladrón entra solamente a robar, matar y a destruir”. El pastor asalariado “huye ante el lobo… y el lobo atrapa y dispersa [las ovejas]”.
El Buen Pastor entra por la puerta, conoce a las ovejas por su nombre, camina al frente de ellas, conduce al buen pasto y quiere tanto a sus ovejas, que arriesga su vida enfrentando al lobo.
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Nuestros obispos han señalado cómo aplastar los ocho cabezas del lobo que sigue asolando la República Dominicana: invertir en el campo, derrotar la violencia, remunerar justamente a los obreros, vencer la imperante corrupción pública, la privada y el narcotráfico, invertir más en educación, mejorar los servicios básicos y cumplir las leyes.
También señalaron las cualidades de un líder: auténtico espíritu de servicio, una plataforma política con visión clara; un programa de gobierno atento a las más urgentes necesidades del pueblo. Líderes, “que puedan exhibir en su hoja de vida social, pública y privada, una mayor coherencia con los principios éticos y morales, particularmente, lo que tiene que ver con la honradez, el trabajo y la disciplina”. Hace poco nuestros obispos han insistido en la honestidad. Solamente líderes honestos, públicos y privados invertirán en proyectos que empoderen a los pequeños productores. De seguro, no harán ruido en los medios, pero el bien no hace ruido y el ruido no hace bien.
Los pastores ya lo saben, ¡faltan las ovejas!