Aunque no soy muy fanática del béisbol, como toda periodista le di seguimiento al retiro de David Ortiz. Comenté que esa debe ser la forma correcta de retirarse, cuando se está en un buen momento y la figura no se ha desgastado. Inmediatamente me llegó a la mente por qué los políticos dominicanos no toman ese ejemplo. Hacer un buen trabajo, dejar huellas y abrir las puertas para nuevas figuras. Si es posible, orientar a las nuevas generaciones. La regla en nuestro país es todo lo contrario: hacer un mal trabajo, verse envueltos en corrupción, hartar a la gente con su figura desgastada y forzar hasta más no poder por quedarse en el mismo puesto.

Para dar la impresión de cambio, la estrategia es moverlos como fichas de ajedrez pero sin dar nunca jaque mate. Mover del Ministerio de Economía  hacia Industria y Comercio, de Interior y Policía a Ministerio de Trabajo, etc., como si fueran tan capacitados y polifacéticos para manejar tan diversas posiciones.

Para resaltar aún más la mala fama de algunos funcionarios, llegó al país José Mujica, que con su sencillez demuestra que se puede ser político sin que esto sea sinónimo de jeepeta, viajes, restaurantes famosos y trajes costosos.