El buen signo de dar continuidad a acciones de Estado. Aun cuando desde algunos litorales se negara mérito al presidente Luis Abinader por las ejecutorias que en su pasado discurso enumeró como éxitos de su administración, cabe ver en una buena parte de lo exhibido una estrecha correspondencia o extensión en vigencia de programas sociales y de inversiones públicas anteriores incluso al cuatrienio pasado.
Importantes esquemas asistenciales, ahora con matices y envergaduras distintas, son invariables canales de mitigación llevados a lo sobresaliente por la gravedad mayúscula de los efectos de la pandemia sobre la salud, la economía y el empleo. Correspondía, para beneficio de la colectividad, robustecerlos aprovechando la experiencia acumulada por la práctica aunque se procediera a superar visibles fallas estructurales y operativas.
Este Gobierno halló comenzada la costosa e imprevista cruzada para contrarrestar el virus SARS-Cov-2. Su impronta, para bien de la nación, ha consistido en redoblar esfuerzos, incurrir en más sacrificios e imprimirle efectividad hasta reducir sustancialmente su incidencia.
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Consecuente con el sentido de continuidad la actual administración extiende líneas del Metro y hace suyos los teleféricos. Pone más empeño que antes en librar de un nudo gordiano la construcción de la presa de Monte Grande y reconoce la necesidad de seguir abriendo avenidas de circunvalación a ciudades importantes. Las gestiones partidarias pasan. El país queda y los problemas nunca faltan.