El buen terral de Chiquitín De Windt

El buen terral de Chiquitín De Windt

UBI RIVAS
El 24 del presente mes de julio falleció a los 94 años el vicealmirante César De Windt Lavandier, una leyenda en nuestra gloriosa Marina de Guerra, un auténtico lobo de mar, uno de los tiburones de acero más refulgentes y referenciales por siempre de nuestra arma del mar.

Consagró el mayor tramo de su vida pletórica de logros y soberanos mensajes de superación, concordia y consenso, al amor de sus amores luego de su respetable y honorable familia, a los menesteres del mar, dominar sus indescifrable entorno proceloso, sus rutas sin marcas, sus nortes certeros, en todo lo cual demostró ser un experto, un avezado, sin desertar nunca de su gran personalidad, su infinita sencillez y humildad.

Estructuró decenas de oficiales navales no solamente al mando de tripulaciones y navíos, sino como maestro sin parangón de nuestra amada Academia Naval, donde además de prodigar la simiente de su saber, la impronta suya se matriculó como un ícono superbo, querido e inolvidable.

Ingresó como Alférez de Fragata a la M. de G. siendo un mozalbete, y escaló todos los rangos, peldaños por peldaño, con cero de favoritismo o padrinazgo, en la espinosa como peligrosa Era de Trujillo, en la que se destacó por su talento, probidad, sensatez y el esplendor casi enceguecedor de su bonhomía proverbial.

Con su voz ronca, casi apagada, recuerdo de la dificultad audible en la catedral del profesor Manuel Amiama (don Cundo) en la Facultad de Ciencias Jurídicas de la UASD en 1962, en la cual los alumnos obligatoriamente teníamos que guardar profundo mutis y aglomerarnos todos en las primeras filas para apenas así percibir tenue su susurro del jurista grandioso que recitaba arpegios de jurisprudencia, lo condigno desgranó Chiquitín De Windt Lavandier en las aulas de la Academia Naval y de la Universidad Batalla de Las Carreras.

En los perímetros de esas dos instituciones docentes venerables, la voz acatarrada de Chiquitín De Windt repercutirá siempre como un eco espléndido que le recordará por siempre y profesores y alumnos de antaño, hogaño y del futuro escucharán su voz sin él estar y verán su silueta como un reflejo condicionado no solamente de su alzada, sino de su estatura como marino sin par y como ser humano imposible de calcar en un papel polígrafo, en una fotocopia, en un «printer».

En los siniestros años de la II Guerra Mundial (1939-45), el mercante San Rafael que tripulaba Chiquitín De Windt fue torpedeado por un submarino de bolsillo del III Reich, que diezmó por primera vez la Flota de los Mares de Albión, liquidando para siempre su hegemonía planetaria por el dominio del mar, y Chuquitín De Windt se salvó «por un tris», aferrándose a un madero, hasta que fue socorrido por un navío.

De esas y otras experiencias escribió uno de los manuales más completos relativos a la acción terrible de los submarinos de bolsillo del III Reich que intituló «Submarinos alemanes en el mar Caribe», con el auspicio del extinto don José Hazim, quien presidía la UCE, así como Historia de la Marina de Guerra Dominicana, La II Guerra Mundial, Usos y Costumbres marineras y Etiqueta y cortesía militar.

Fueron sus progenitores Germán Enrique De Windt y Ana Cleofé Lavandier, que en 1899 se trasladaron desde Samaná, donde ingresó desde Curazao la familia De Windt, hasta San Pedro de Macorís, donde nació Chiquitín y 15 hermanos más, entre ellos el médico y poeta Julio Bernardo, padre del reputado maestro doctor Julio De Windt Pichardo.

El funeral del almirante César De Windt Lavandier cumplió todas las reglas de estilo militar, y la carroza fúnebre que transportaba sus restos mortales fue conducida hasta la Academia Naval y hasta la Universidad Batalla de Las Carreras, en San Isidro, donde él es un ícono de dos santuarios militares solemnes.

En el panegírico pronunciado por su hijo del mismo nombre y capitán de marina mercante, auspició para su padre el soplo de un buen terral que le condujera el buen recaudo del capitán de todos los capitanes, al más avezado de todos los capitanes del mar y del Universo, a la diestra del Dios de la bondad y la sencillez de todo lo cual Chiquitín De Windt conformó un amasijo de referencias que le empotran en un sitial imposible de inadvertir jamás.

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