Señor director:
La expansión de la actividad comercial en Santo Domingo, en los últimos cinco años, nos muestra ya como una ciudad en franco desarrollo. Grandes tiendas por departamentos, franquicias internacionales de restaurantes, de ropas o de asesorías inmobiliarias, son reveladoras de ese crecimiento.

El dominicano no tiene necesariamente que viajar al extranjero, para adquirir una prestigiosa marca de calzados o de ropa, o degustar una comida exótica.

Somos una nación privilegiada, con atletas, artistas y escritores de renombre en los escenarios de mayor reputación.

El sector turismo se incrementa cada año, y en las góndolas de los supermercados usted encuentra cualquier producto antes reservado a países de gran consumo.

Podemos ufanarnos de presentar aquí los conciertos de los artistas y bandas más pegadas.

¿Qué más podemos pedir?

Atentamente,
Arisleyda Pérez M. 

RECOMIENDA
Aplicar la ley a los que ensucian  vías

Señor director:
En reiteradas ocasiones, hemos visto en la prensa denuncias acerca de los daños que ocasionan a las vías públicas los camiones que transportan mezcla.

Se refieren a los desperdicios que van dejando a su paso las tanquetas o ligadoras de cemento, material que se compacta y queda en el pavimento.

Pero pocas veces he leído sobre la basura que caen desde los camiones de los ayuntamientos, o sus contratistas, que las recogen.

En otros países que he visitado, las leyes obligan a los camioneros a utilizar lonas o vehículos herméticamente cerrados.

Aquí la práctica es que mientras más desperdicios sólidos caigan de las ‘camas’ o de los compactadores, mejor todavía.

Aunque la Ley 241 fija ciertas prohibiciones, sus mandatos resultan tímidos y hasta desfasados.

Lo han expresado conocedores del asunto: la ley hay que endurecerla, para lograr el respeto ciudadano.

Atentamente,
Antonio B. Casimiro J.