Señor director:
Cuando se dejaron en servicio los primeros elevados de Santo Domingo, un gran rótulo advertía en sus entradas que se prohibía la circulación de vehículos pesados, bicicletas y motocicletas.
Esas restricciones funcionaron durante los primeros meses, hasta que a alguien se le ocurrió violarlas, por encima de la autoridad.
De este modo, el cruce por los elevados de motocicletas y guaguas voladoras se convirtió en un relajo.
Al sol de hoy nadie respeta la disposición y hasta militares y policías, que se supone están para poner el orden, la irrespetan.
Y uno solo atina a preguntarse: Por fin, ¿se puede o no transitar por los elevados?
Atentamente,
Manuel C. Santiago P.