Señor director:
Por razones atendibles, las rampas destinadas a los discapacitados se construyen cerca de las entradas de los edificios de gran afluencia de personas.

Son espacios reservados para facilitar los movimientos de los seres humanos con extremidades superiores o inferiores limitadas o, en algunos casos carentes de visión.

Resulta, sin embargo, que personas sin respeto y consideración hacia los demás, con todas sus facultades físicas, se dedican a ocupar esas rampas por simple comodidad.

Desconocen, quizás por sus escasos conocimientos, que esos espacios se han reservado en atención a normales legales, y que deben respetarse.

¡Cuánta insensibilidad humana en este país!

Atentamente,
Antonia P. Ramírez J.

Valora
Labor escuelas  de música

Señor director:
En días recientes me enteré, por una publicación en su diario, que las academias de música han vuelto a ser una realidad en los pueblos.

Estos centros de enseñanza artística cumplieron, en tiempos de la tiranía, papel de importancia capital en la formación de cientos de jóvenes.

Con el auge que han tenido las agrupaciones musicales, en esta época de libertades, las academias pueden contribuir en mucho a alejar a los muchachos de los vicios.

La Secretaría de Cultura debe valorar la posibilidad de llenar la capital de academias.

Esos centros están llamados a servir de instrumentos de capacitación a quienes hoy abandonan hogar y estudios, para dedicar el tiempo al ocio y la holgazanería.

Atentamente,
Ana Carolina García J.